Tal vez el lector se haya dado cuenta de lo rápido que habla la gente y especialmente los jóvenes. Como viven tan apurados les falta tiempo para decir todo lo que quieren y no pronuncian bien las palabras. Si algún lector tuvo que mirar “prosodia” en el diccionario, comprobará que es la parte de la gramática que nos enseña a pronunciar bien las palabras. ¿Su profesor le enseñó cómo se pronuncian las letras “b” y “v”, o las eses silbantes para distinguirlas de las “c” o de las “z”? ¿Le dijo que nuestro idioma es de vocales rotundas y que debemos abrir la boca para pronunciar la “a” y adelantar los labios como para dar un beso para decir la “u”? Seguramente no, porque una de las grandes fallas de nuestra educación básica está en que los alumnos mal aprenden los instrumentos para conocer qué son el idioma y la aritmética. La correcta pronunciación permite comunicarnos mejor.

Tuve dos excelentes maestros de dicción impecable: el doctor Ángel F. Rojas, mi profesor de Economía Política en la Universidad de Guayaquil y Paco Villar, locutor de la radio de la Casa de la Cultura. También era profesor de elocución verbal en una efímera escuela de teatro que tuvo dicha Casa. Obligaba a sus alumnos a recitar parlamentos con una vela prendida delante de la boca, para dosificar la salida del aire.

En estos tiempos de hogaño, hay personas que deben esforzarse para oír y entender las obras de teatro. Los actores de películas españolas y ecuatorianas hablan con innecesaria prisa y no se los escucha bien o pronuncian mal, de suerte que no se entienden los diálogos. Deberían poner subtítulos en castellano. Hay presentadores de televisión y locutores de radio que parecen hablar mientras son perseguidos, debe ser por el tiempo. Deben comprender que el público habla como ellos pronuncian y son maestros de dicción. Soy hombre viejo y medio sordo y las estadísticas señalan que hay muchas personas con iguales problemas, a quienes hay que considerar para que no se sientan mal tratados.

Conforme pasan los años y se incrementa la esperanza de vida al nacer, hay más personas añosas. Es necesario que nuestra sociedad aplique realmente las líricas declaraciones constitucionales que dicen que a los adultos mayores hay que tratarlos con respeto: ¿calidad y calidez?; pero todos los días leemos quejas de los de la tercera edad, por maltratos recibidos, porque este gobierno no les devuelve el IVA, porque en sus fatigosos trámites están obligados a peregrinar por los vericuetos infames de la burocracia. Hay personas angélicas que dicen que estamos en la edad dorada. Discrepo, no hay tal edad dorada. Felicitaré a quien siendo mayor de setenta no tiene ninguna dolencia.

Tenemos que reeducar a los maestros para recuperar la belleza de nuestro idioma, que se pronuncie bien para que nos entendamos mejor. Hay que respetar a quienes sufren hipoacusia. Hagamos que los niños aprendan y reciten poemas. Si no usamos correctamente el instrumento de la inteligencia que es el lenguaje, corremos el riesgo de convertir el castellano en un lenguaje de germanía.(O)

Tenemos que reeducar a los maestros para recuperar la belleza de nuestro idioma, que se pronuncie bien para que nos entendamos mejor. Hay que respetar a quienes sufren hipoacusia. Hagamos que los niños aprendan y reciten poemas.