A través de esta columna me he referido en innumerables ocasiones sobre los campos del Ishpingo-Tiputini-Tambococha (ITT), ubicados en la parte norte del Parque Nacional Yasuní, en el Oriente ecuatoriano. Y es que este tema ha mantenido expectantes a los ecuatorianos debido a una serie de situaciones conflictivas originadas desde el inicio de este Gobierno.

Recuerdo a los amigos lectores que en junio del 2007 el presidente Correa puso en vigencia la Iniciativa Yasuní-ITT, que mantendría bajo tierra (no explotarla, conocida como Plan A) cerca de 920 millones de barriles de crudo, según reservas probadas, y pretendía obtener de los países ricos USD 3.500 millones como compensación a posibles daños ambientales. Aquello no se concretó porque no tuvo la respuesta internacional esperada. El país se vio perjudicado por los millones de dólares gastados impunemente por los responsables de esta Iniciativa. Viajaron por todo el mundo con resultados negativos. Seis años de evidente fracaso.

Ante esta circunstancia, en agosto del 2013, el Gobierno aplicó el Plan B, que consistía en la explotación del ITT aplicando tecnología de punta para evitar el daño ambiental, indicaron las autoridades petroleras de ese entonces. Esto fue apoyado en octubre del 2013 por la Asamblea que declaró como Interés Nacional los bloques 31 y 43. Ecologistas y activistas ambientales protestaron por la decisión adoptada, pero de nada les sirvió. El Gobierno siguió adelante con este proyecto.

Recientemente, según noticias de los medios de comunicación, nos informan que la EP Petroamazonas explota el bloque 43 y que en primera instancia, en agosto pasado se obtuvieron 3.000 barriles diarios de crudo con la certeza de que a partir de septiembre superaría los 7.000 barriles diarios y cuyo costo de producción sería de USD 10 por cada barril. Expertos petroleros sostienen que esa cantidad se incrementaría porque no está considerado el costo de inversión. Pero, el día 7 de septiembre, el vicepresidente Jorge Glas, durante la incorporación del bloque, aseguró en Aguarico que la producción real era de 23.000 barriles diarios, un verdadero “récord”. Comentó que la producción del ITT significará USD 750 millones de ingresos para las arcas fiscales en el 2017 y que en el 2016 llegaría a USD 100 millones. Aseguró que la zona explotada (Tiputini C) está a más de 1,5 km de los límites del Parque Nacional Yasuní, es decir, no hay afectación al medio ambiente. Existe un inmenso optimismo de parte de las autoridades gubernamentales y petroleras. La estatal Petroamazonas también anunció que las reservas probadas en la actualidad superarían 1.672 millones de barriles. Es decir que hay un incremento notable porque originalmente se consideraron 920 millones de barriles.

Hasta aquí todo es de color de rosas, pero estimo que la realidad sería distinta. En las futuras explotaciones en los campos Ishpingo y Tambococha la situación variaría. A pesar de las versiones oficiales de que el daño ambiental es mínimo, siempre habrá la posibilidad de derrames en plena zona virgen. Ese inmenso manto vegetal verde se verá afectado. Por más cuidado que se tenga, siempre hay la posibilidad de un accidente operativo. Tengo la esperanza de visitar la zona para contarles, amigos lectores, cómo se está manejando este asunto.

Mantengo mis dudas respecto de si la nueva producción incremental serviría para abonar las ventas anticipadas a los chinos o si se mantendrá aparte de este convenio. El tiempo lo dirá… (O)