Definición: inflación es el alza continua de todos los bienes y servicios durante un cierto periodo (deflación, si los precios bajan continuamente). No se refiere a situaciones puntuales (ejemplo, una elevación de impuestos o alza de salarios generan una elevación del nivel de precios, pero no necesariamente cambian el proceso continuo de fondo que es inflación). Hay varias maneras de medirla, pero básicamente dos más usadas. Una, la inflación al consumidor: cuánto sube continuamente una cierta canasta de bienes y servicios que la gente utiliza regularmente. Dos, el deflactor del PIB: cuánto suben los precios promedios de todos los bienes y servicios (consumo, exportación, inversión, etcétera).

¿Qué ha pasado con la inflación al consumidor en Ecuador en los últimos diez años? El promedio es de 4%, con un pico alto de 8,40% en 2008 y un bajo hacia el 1% en 2016, y en tendencia va bajando desde 2015. En conjunto excesivo, por eso somos un país caro.

¿El deflactor del PIB? En ocho años, hasta 2014, aumentó 55,3%, 5,7% de promedio anual, pero en 2015 y 2016 ha caído 2,3% anual. Así, el PIB creció de (aproximadamente) 47 mil millones en 2006 a 102 mil millones en 2014, pero de ese 118% de incremento, 41% fue aumento real de producción y 55% de precios. Excesivo. Mientras, en los dos últimos años (según previsiones del BCE) la producción ha caído en 1,5%, pero los precios casi 5%, por eso el PIB ha bajado de 102 a 96 mil millones (probablemente será aún menos).

¿De qué depende la inflación? Del equilibrio interno entre oferta y demanda agregada, más factores externos (ejemplo, los productos importados y exportados dependen del mercado internacional). Pregunta importante: ¿algo cambia en dolarización? Mucho, porque en una economía con moneda propia, siempre hay la tentación de estimular la demanda vía inyección monetaria artificial (no basada en ahorro), lo que inevitablemente genera un efecto inflacionario (que puede eventualmente darse vía precios de activos, como sucede en el mundo con bolsas de valores y vivienda sobrevalorados). En cambio, en un país dolarizado esto no puede suceder más allá de un cierto límite (los activos, por ejemplo, sí pueden estar sobrevalorados) porque no hay creación monetaria propia (que puede no tener límite cuando los gobiernos se desbocan), y por ende los excesos de demanda vienen normalmente de un gasto público que, bien que mal, está limitado por el financiamiento vía recursos externos. Por eso en Ecuador los excesos fiscales han tenido ciertamente un impacto en inflación (4% de promedio es elevado, no debería superar el 2%), pero ya no estamos en la zona de las decenas de por ciento como en el pasado. Y ahora la inflación va a la baja, porque la economía debe necesariamente ajustarse a sus nuevas realidades, en parte vía cantidades (recesión que vivimos), en parte vía precios (cada vez juega más este factor). Sin dolarización, se intentaría hacer el ajuste vía devaluación e inflación, y no vía cantidades, pero al final casi siempre se acaba en el peor de los mundos: inflación y recesión… Nunca olvidar las bondades de la dolarización. (O)