Que se “sentía como un objeto decorativo”… ese fue uno de los argumentos descritos por el ahora presidente, antes vicepresidente de los brasileños, para desvincularse de Rousseff.

La era de Dilma ya es historia. Ayer se convirtió en la mandataria que estaba “durmiendo con el enemigo” y presenció su sepultura política.

Historias como estas, de amor, desengaño y traición, fueron bien interpretadas en canciones por el Divo de Juárez, Juan Gabriel, cuya muerte dejó un vacío pero a su vez sus melodías se convierten en inmortales y letras perdurables que sirven para calificar hechos de “la vida misma”.

Dilma muy tarde comprendió que “no le debía amar” a Michel Temer. Su fórmula para gobernar rompió la alianza y se quedó sentado en su silla sin remordimiento ni compasión.

Hoy se realiza la anunciada Toma de Caracas, convocada por la oposición venezolana en contra del chavismo. Entonces, Diosdado a Nicolás, Delcy a Elías, se dicen: “Abrázame que el tiempo pasa y él nunca perdona. Ha hecho estragos en mi gente como en mi persona”.

El llamado de hoy pondría a prueba la fortaleza del tambaleante Gobierno y la de su apoyo popular en medio de la crisis. El oficialismo ha trasladado 15.000 tropas a la capital. Con tanto perseguido político y con el ánimo represor que caracteriza a este Gobierno hace imaginarse a Maduro secundado del silbido de un “pajarito” cantando frente al espejo: “Yo no nací para amar, nadie nació para mí, mis sueños nunca se volvieron realidad”.

La incertidumbre económica generada tras el terremoto de abril en Ecuador, un país ya golpeado por la caída de los precios del petróleo y el escaso nivel de inversión extranjera, bien podrían exprimir una estrofa adicional del tema: “No tengo dinero ni nada que dar, lo único que tengo es amor para amar”.

Las canciones de Juan Gabriel acompañan incluso a la anhelada paz. En Colombia, luego de un largo recorrido de las delegaciones del gobierno de Santos y de las FARC que las separaban 50 años de conflicto, finalmente se llegará a la histórica firma de un acuerdo. Alias Iván Márquez y Humberto De la Calle en el recinto ovalado del centro de convenciones en La Habana se cantaban con la mirada: “Tú me sabes bien cuidar, tú me sabes bien guiar, todo lo haces muy bien tú, ser muy bueno es tu virtud”. Santos ahora para colgarse el Nobel de la Paz grita que voten SÍ en el plebiscito con exclamación a cada colombiano: “Te lo pido por favoooor”.

Hace 5 años tomé un micrófono en mi boda y avezadamente canté con todo el amor que profesaba a mi esposo: “Me nace del corazón decirle que usted es mi vida, que no sé vivir sin usted disculpe que se lo diga”… Juan Gabriel resultó ser un grande, al que le debemos karaokes, borracheras, amoríos, y las exclamaciones de los protagonistas del hoy. (O)