Publicamos a continuación una réplica del lector Pablo Mateus A. en referencia a la columna de opinión de Nathalia Cedillo, publicada el viernes 26 de agosto de 2016.

Réplica a Nathalia Cedillo

La saludo muy atentamente y le sugiero revisar su editorial del 26 de agosto de 2016.

Usted acusa a las economías regidas por el mercado como las que hacen daño al ambiente. Pues no es así señora.

La primera empresa en “autoimponerse” un control ambiental, antes de que haya una ley que lo imponga era estadounidense y lo hizo en la década de los 40, cuanto esa economía aún era liberal y se regía por el mercado.

Los países que más invierten en temas ambientales son los que están regidos por el mercado.

Recuerde por favor que la revolución cultural china proponía que el ser humano debía someter a la naturaleza sin importar su costo. Recuerde también que cuando desapareció la Alemania Oriental, regida por economía estatal y centralmente planificada, la Alemania unificada debió gastar millones de marcos alemanes para revertir o al menos menguar los daños ambientales causados por el gobierno comunista.

Recuerde que fue la Unión Soviética (país comunista) la que secó un lago entero, el lago Aral.

Si Ecuador copiara el modelo de países como Japón, Alemania o Corea del Sur, entonces no tendríamos sistemas de ganadería extensiva por ejemplo, ya que como usted sabe la ampliación de la frontera agrícola es la principal causa de la deforestación.

Gracias al capitalismo, un científico japonés inventó un proceso para producir hierro sin emisiones.

Pero no se preocupe señora, muchos caen en el mismo error, inclusive el vulgo intelectual ecuatoriano.

Pablo Mateus A.

 

Respuesta de Nathalia Cedillo

Gracias por compartir su opinión respecto a mi artículo: “Sin cambio cultural no hay paraíso”, siempre es provechoso debatir. Con gusto le realizo las siguientes precisiones:

La relación entre los procesos económicos y ecológicos de una sociedad es directa, porque el sistema económico forma parte de un sistema más amplio que es la naturaleza. Es ingenuo pensar que las dinámicas de sobreproducción y su auge consumista, marcadas por el ritmo de acumulación de la actividad económica y su expansión global, no provocan enormes disfunciones sobre el medio ambiente.

Las evidencias del grave e irreversible deterioro ambiental producto de economías extractivistas (sean capitalistas, socialistas o comunistas) saltan a la vista. El artículo abarca la relación entre nuestro actual modelo económico y su impacto socio-ambiental,

lo cual no constituye defensa de otros modelos económicos, sean socialistas o comunistas, ni de otras latitudes, porque el impacto ambiental ha sido constantemente negado o minimizado por ambas corrientes ideológicas en nombre del crecimiento económico.

Las experiencias acumuladas históricamente demuestran que la problemática ambiental es inherente al proyecto civilizatorio occidental y su racionalidad económica, por ello los nuevos cambios deben ser postcapitalistas como postsocialistas, en tanto marquen una ruptura con el carácter predatorio del sistema productivo. Si pretendemos vivir mejor y más equitativamente sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras, el reto es justamente explorar nuevos paradigmas, otras opciones de ordenamiento social, económico, político y cultural que superen los insostenibles esquemas y prácticas centradas en la explotación del ser humano y los recursos naturales; que vayan más allá de los puntuales ejemplos de relación con la naturaleza que usted expone, pues si de ejemplos se tratara la reflexión, podríamos describir para bien y para mal muchos más, sin encontrar en ninguno el cambio para la preservación.

Queda claro que la reflexión no se centra exclusivamente en el impacto ambiental de la economía de mercado, ya que todas las decisiones económicas, desde las provenientes de grandes inversiones y sectores productivos, como las decisiones cotidianas más

elementales, son determinantes para el medioambiente, es por eso que el llamado es hacia un cambio cultural y cuestionamiento de nuestro modo de vida. Afortunadamente en la actualidad existe una creciente consciencia ciudadana sobre estos problemas.

En cuanto a su estilo argumentativo (generalización apresurada y argumento ad hominem) cuando se refiere al “vulgo intelectual ecuatoriano’’, no hay nada que decir.

Nathalia Cedillo