Conocer algo para amarlo es incuestionable. Amar para conocer es otro cantar. Sin embargo, las dos posturas son reales y estas líneas nos pueden ayudar a entenderlas mejor. Cuando decimos que ‘nadie ama lo que no conoce’, señalamos que el conocimiento de alguien o de algo es el mejor camino, a veces el único, para amarlo, despreciarlo e incluso odiarlo. En este caso, el amor o su rechazo tienen su génesis en un proceso cognitivo.

Si aceptamos como verdad lo dicho y lo aplicamos al turismo, mejor aún, al conocimiento de la patria para amarla, entonces nos encontramos con ejemplos que trazan rutas por donde caminar, ejemplos que es menester conocerlos y aquilatarlos.

-En estos días una pareja amiga, Lidia y Carlos, con sus familiares están en Europa; las fotografías que nos envían hablan de su avidez por conocer ese mundo, lejano y tan cercano. Francia, Alemania, Italia, España y Portugal están ya en la mochila de sus recuerdos. Cuando regresen ellos procesarán esos datos y tendrán imágenes para volver sobre ellas una y otra vez. ¿Para qué les cuento? Porque para ellos Europa estuvo entre sus sueños y lo convirtieron en realidad y, qué mejor, lo hicieron en familia. ¿Por qué todo esto? Porque no hay nada nuevo debajo del sol. Ellos estudiaron con tiempo sus preferencias, planificaron sus vacaciones, ahorraron oportunamente. Si bien Europa es un destino que se vende solo, sin embargo, requiere de un comprador que empate sus gustos con la oferta promocionada.

-Algo más cercano. El puente vacacional del 12 de agosto sirvió de pretexto para volver a vernos con personas que viven distantes. Al igual que un viaje al exterior, estos encuentros también requieren de una planificación. Familiares residentes en Quito, capitaneados por Magdalena y Nelson, vinieron unos por aire, otros por tierra: Alóag-Santo Domingo-Quevedo-Babahoyo-Guayaquil-Salinas. Para el regreso prefirieron una vía que no la habían transitado. A Quito, desde Salinas, se puede ir por Los Bancos, por Santo Domingo, por Esmeraldas, por Guaranda y por Pallatanga; la familia se decidió retornar por la provincia de Bolívar: Guayaquil-Babahoyo-Montalvo-Balsapamba-Las Guardias-San Pablo-San Miguel-Chimbo-Guaranda-Chibuleo-Ambato. Nunca habían viajado por esta ruta. Cuando a la una de la tarde almorzaban en Ambato, me llamaron para decir lo bien que se sentían: que la vía era muy buena, que el camino estaba cuajado de lugares uno más bello que otro, que el clima había sido extraordinario, que nunca lo vieron mejor al Chimborazo y que la conjunción de Costa, cordillera y Sierra era una experiencia que todo ecuatoriano debiera poseerla. Quisieron conocer la ruta, lo hicieron y hoy aman ese trozo de Ecuador.

Fui y soy crítico del estado de propaganda creado por este Gobierno para atosigar al pueblo con informaciones veraces, medias verdades y mentiras suculentas. ¿Qué podría pasar si todo ese dinero nuestro se utilizara para difundir lo bello y hermoso de nuestro Ecuador y la amabilidad de la gente que puebla caseríos, comarcas, pueblitos y ciudades? Ciertamente que otra sería nuestra suerte.

“Si no viajas, de cierta forma te pareces al pájaro que nunca ha podido salir de su jaula”. Anónimo. (O)