El motivo que me inspiró para escribir este tema es un hecho para mí muy grotesco que viví. Tuve que asistir a un sepelio de la tía de una amiga muy querida y cuando veo hacia adelante observo a una señora arrodillada frente al féretro, con su celular mandando un mensaje, luego de lo cual lo guardó y me imagino que siguió rezando.

Cómo es posible, pensé yo, que hasta en este momento se nos pueda ocurrir sacar nuestro celular para mensajear, cuando se supone que es de mucha consternación. Entonces miré a mi alrededor y muchas personas estaban con sus celulares en mano leyendo algún correo o enviando mensajes.

Y pensé que quizás yo he hecho lo mismo y para disculparme asumo que lo hacemos sin darnos cuenta. Tuve yo que observar al resto para darme cuenta de que es una falta de respeto hacia los demás.

Lo mismo podemos observar cuando vamos a misa y comienzan a sonar los celulares, que hasta el sacerdote tiene que parar la ceremonia religiosa hasta que la persona dueña del teléfono lo apague o salga de la iglesia.

En la sala de espera de mi consultorio tengo un letrero que dice: “Apague su celular antes de entrar a la consulta”. La gran mayoría de mis pacientes lo acatan, pero también hay algunos que no lo hacen y no se imaginan lo desagradable que es ser interrumpido por una llamada o por el sonido de un mensaje. Los pacientes no se dan cuenta de que uno pierde la atención y la concentración.

Lógicamente cuando pasa eso hago que apaguen su celular o lo pongan en silencio. Mi pregunta es: ¿No se dan cuenta los pacientes de que es una falta de educación ser interrumpidos cuando se está en una consulta, en un diálogo con el paciente? Pero lo que sí puedo observar socialmente es que las personas piensan que es mala educación si están hablando y son interrumpidos por su interlocutor. Cómo es la vida, los celulares los exoneran de la falta.

Y entonces pienso cómo fue que nos convertimos en celulares-dependientes, a tal extremo que no nos importa irrespetar a la gente que nos rodea, inclusive a la persona que ya ha fallecido. (O)