Me llené de mucha alegría y emoción ver que aprovecharon las Olimpiadas de Río 2016, Brasil, para enviar un mensaje ambiental importante usando menos recursos que en otras ceremonias olímpicas de apertura e incluso, que del Mundial de Fútbol realizado en el año 2014, en el mismo país.

La ceremonia de inauguración del Mundial de Fútbol se enfocó en lucir la abundancia de color, así como los árboles y flores autóctonas de Brasil, resaltar la Amazonía y la cultura brasilera. Tal vez su punto culminante fue cuando, con la percusión del grupo brasilero Olodum, entró en escena una gigantesca bola luminosa, con miles de fotogramas de tecnología LED, que se abrió como una flor formando un escenario de donde surgieron los cantantes Pitbull, Jennifer López y Claudia Leitte para inaugurar el tema oficial del evento, la canción We Are One, y finalmente dar inicio al Mundial con el simbólico puntapié de un joven parapléjico, ayudado por un exoesqueleto. Aún así, esta ceremonia no logró transmitir un potente mensaje y careció del “sentimiento brasileño” y de un hilo conductor.

En cambio, el evento de apertura de las Olimpiadas de Río contó con una audiencia aproximada de al menos tres mil millones de personas, le rindió homenaje a la vida, a la riqueza de la naturaleza, a las costumbres e historia de Brasil y a la cultura del reciclaje. No fue necesario contar con artistas que tienen una carrera multimillonaria e increíblemente popular, como Pitbull y Jennifer López, para que sea una ceremonia vibrante, donde reinaran los colores, la música y la alegría; donde protagonizaran artistas, cantantes y bailarines brasileros; donde se contara una historia, mostrara a Río y transmitiera el “sentimiento brasilero;” pero por sobre todo, para que sea un espacio para enviar un mensaje ambiental a la comunidad mundial. Por medio de un video advirtieron sobre las repercusiones del calentamiento global y por medio de cada uno de los atletas asistentes mandaron un potente mensaje de conservación cuando cada uno entró con la semilla de una especie de árbol endémico de Brasil, con el fin de contribuir a la reforestación y crear el Bosque de los Atletas.

Todo esto con la mitad del presupuesto utilizado en la ceremonia de inauguración del Mundial Brasil 2014 y con un presupuesto veinte veces menor al utilizado en las Olimpiadas de Beijing, 2008. Demostrándole al mundo, que un buen espectáculo no depende únicamente de recursos monetarios si no, de una buena historia y contenido.

Una instancia bien aprovechada. Espero que haya marcado un precedente para la organización de futuros eventos, donde debería primar la oportunidad de sensibilizar e involucrar a la audiencia, de contar historias y derrochar, no dinero, si no, pasión y sentimiento. De hacer más con menos.