A primera vista, el mundo parece sumido en una crisis permanente y profunda: actos terroristas en Oriente y Occidente de maldad escalofriante, crisis económica de la que muchos no salen, aparente desigualdad que genera desequilibrios sociales inaceptables, profunda corrupción… esto y mucho más. Pero al mismo tiempo, con altos y bajos, la gente en casi todas partes va mejorando la calidad de su vida diaria, porque en un marco de sociedades libres donde aflora el deseo humano de hacer, crecer y compartir, la tecnología aporta novedades que (muchas) impactan positivamente, hoy y/o en el futuro. Estemos claros, la tecnología no surge porque hay gente que con sudor e inspiración se dedica a ella, sino por un entorno de sociedades libres que permite llevar la ciencia y la creatividad tecnológica y empresarial hacia los mercados (que son solo eso, espacios virtuales), es decir, hacia las personas (que es lo esencial y tangible).

Por ejemplo, las impresoras 3D. Un cambio radical en los procesos de producción y logística. Permite al menos tres cosas. Uno: generar productividad, al adaptar la producción, a nivel local, a las necesidades más cercanas. Dos: desarrollar creatividad para nuevas aplicaciones. Tres: acortar el ida y vuelta continuo entre producción y mercado. Y va más allá de eso: permite, por ejemplo, producir bienes ligados a la salud a costos impresionantemente bajos (…y también ¡espaguettis a la medida!).

Los drones. Tienen muchas aplicaciones, pero solo recordemos una que se prueba en este momento: ampliar el acceso de internet y comunicaciones, hacia zonas donde es muy costoso tender líneas o conexiones satelitales. Eso amplía el horizonte (físico y mental) de los que tienen menos oportunidades, de una manera impresionante.

La biotecnología y su aplicación a la salud. Uno de los grandes progresos de la humanidad en los últimos 500 años ha sido disminuir las tasas de mortalidad drásticamente, y alargar la esperanza de vida. Hoy nos encontramos con la posibilidad de agregar una mayor calidad de vida a esos años adicionales. Ciertamente hay problemas de bioética y otros que resolver, pero el camino, con sensatez, está abriéndose… Y hay mucho más: inteligencia artificial, nuevas maneras de mirar la educación, cambios en la forma como nos transportamos, nos relacionamos., intercambiamos, etcétera.

Hay una realidad muy clara: casi todos los inventos por su propia lógica económica, empiezan atendiendo a las personas de mayor poder adquisitivo, pero cuanto mayor es el éxito inicial, más se puede ampliar rápidamente hacia la gente de más bajos recursos. Y lo que de cierta manera pueden ser “juguetes” para los más ricos, acaban siendo elementos vitales para los más pobres (ejemplo: en África, los celulares para mejorar los intercambios financieros).

Ciertamente hay también otra realidad, la tecnología genera un entorno de producción, intercambios y comunicación impresionante, pero detrás de eso sigue latente el principal problema de la humanidad: las relaciones interpersonales. Con uno mismo, con la familia, en las empresas, en cualquier tipo de organización humana, seguimos sujetos a ancestrales visiones, temores y conflictos que envenenan la vida diaria. Y eso, no hay tecnología que lo resuelva… Creo… (O)