Cuando “hace fu” ejercía mi ministerio sacerdotal en Quito, aprendí a querer al hospital Baca Ortiz. En sus recintos encontré unidos, el dolor y la alegría, dos realidades contrapuestas. La unión se ha robustecido con una ludoteca, creada por Communio Sanctorum, una entidad fundada por católicos alemanes, empeñados en hacer suyas angustias y esperanzas de niños enfermos y de sus madres. Angustias y esperanzas “ajenas”, que además de ajenas, son atendidas sin retribución alguna. Conmemoramos en julio el decimosegundo aniversario de la ludoteca. Ellos encontraron en el Baca Ortiz el ambiente de laicidad en el que se habían formado. La laicidad reconoce el valor de lo religioso y, dentro de lo religioso, la libertad de creer o de no creer. En el Baca Ortiz, en el que desde sus orígenes se da espacio a los diversos credos dentro del bien común, no le fue difícil a Pedro Bretziger, personero de Communio Sanctorum, realizar el sueño de servir a los niños con una ludoteca. Se firmó un comodato –aún vigente–; con esta base se han empleado recursos siempre mayores, para ofrecer a los niños atención, de acuerdo al progreso de la ciencia, especialmente, médica y psicológica.

Funcionarios de salud, nacionales e internacionales, han expresado su admiración durante su visita a los niños en la ludoteca; han recomendado que se multiplique este servicio. Personajes que han acudido a conocer este servicio han manifestado su admiración. Uno de ellos, el famoso gestor de la risoterapia Patch Adams, ha calificado como “fantástico” el servicio de esta ludoteca del Baca Ortiz.

No me alarma la información, según la que ha llegado un documento, firmado por “autoridades” del Ministerio de Salud, en el que se anuncia la suspensión del comodato.

Se alarman, porque personas de gobiernos anteriores y, en años cercanos de este gobierno, han dispuesto retirar signos religiosos de hospitales y clínicas del Estado. Una vez informadas, autoridades superiores, científicamente más actualizadas y libres de prejuicios, han dispuesto que en estos recintos de salud se viva de acuerdo a la ciencia y a la libertad de conciencia. La ciencia reconoce un influjo positivo de lo religioso en la salud. Un recurso sutil para negar la libertad es negar espacios para ejercerla.

Los viejos recordamos lo vivido: cuando se quiere obstaculizar un uso de locales, se afirma que estos locales se requieren para otra finalidad. Por falta de creatividad “se desviste a un santo para vestir a otro.” Se usa lo que ya otros han creado. No hubo tiempo para hacer cuatro preguntas a quien me trajo la mala noticia de la carta firmada por “autoridades” del Ministerio de Salud: Primera: ¿La carta está firmada por la señora ministra actual? Segunda: ¿Qué piensan, qué dicen los niños acerca de la ludoteca. Les gusta poco o mucho su servicio? No miremos “con ambos ojos” la supresión de los derechos de los más débiles. Tercera: ¿Han consultado a las damas ecuatorianas, que voluntariamente atienden a los niños sin retribución alguna? Cuarta: ¿Cuáles son los intereses mayores que los de los niños?(O)