-"¿A qué te dedicas?", me preguntan
-"A desarrollar, dirigir y, en algunos casos, producir contenidos, sobre todo ambientales y educativos," les respondo.
Después de unos segundos de silencio y de observar la expresión en su rostro me doy cuenta que la respuesta es casi igual a si no le hubiese respondido y que las palabras "ambiental" y "educativo" les produce poca emoción. Tal vez porque dicho de esa manera, "contenido," es un intangible difícil de imaginar y las otras dos palabras no las relacionan con entretenimiento. Lo cierto es que los contenidos están en todos lados y, sin importar el tema, a la gente le gusta consumir experiencias e historias, que haya drama pero no me refiero a tragedia, si no, a que estas historias tengan un principio, nudo y desenlace.
Un contenido es aquella información o mensaje presente en una obra o publicación, y los mensajes tienen un peso muy grande en nuestro desarrollo personal y como ciudadanía. En el arte, el contenido, es aquello que la obra expresa y no cómo se expresa. Contenido es lo que estas leyendo ahora. Los contenidos son infinitos, se diferencian según la forma cómo los expreses y los canales que elijas para difundirlos y consumirlos. En ese sentido, los contenidos estarían presentes en todos lados, incluyendo películas, programas de televisión, actividades de turismo en una ciudad, obras de arte, diseño, redes sociales, ropa, libros, documentos, entre otros.
Los contenidos alimentan diariamente al ser humano, moldean nuestra realidad, influencian nuestros hábitos de consumo y comportamiento, y nuestra percepción de lo "correcto." Tomemos, por ejemplo, los comerciales de productos de limpieza del hogar, mayormente dirigidos a las mujeres, a las amas de casa, dejan claro que su "papel en el mundo" gira en torno al mantenimiento de la casa mientras su marido sale a conseguir el dinero. Lo mismo ocurre con las publicidades de alimentos procedentes de animales, tales como la leche o la carne, muestran a las vacas y los cerdos llevando vidas felices, y no una versión realista de como realmente es. Otro ejemplo sería cuando compramos una camiseta estampada con el nombre de una marca de lujo, inconscientemente esperando que estemos adquiriendo también ese estilo de vida que la marca representa. O las típicas novelas en las que nos presentan a un hombre millonario que engaña a su mujer porque se enamora de la sirviente doméstica, como nos gusta ese personaje y los medios lo idolatran, aspiramos a ser como este.
Ahora no quiero caer en la critica de los contenidos, ni digo que unos estén bien o mal, más bien invito a que nos enfoquémonos en desarrollar buenas historias que ayuden a entretener al público y al mismo tiempo informar, construir y educar. Como ciudadanos informémonos ampliamente para que este conocimiento que adquirimos nos permita discernir e identificar entre un contenido que responde a los intereses de otros y lo que realmente a cada uno nos hace feliz y permite crecer como ser humano.
Después de todo, cuando nacemos somos como un USB nuevo, vacío y listo para recibir, guardar y eliminar información, entonces aquellos contenidos que consumamos desde un comienzo, irán construyendo nuestra percepción de la realidad.
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