Está en marcha un juicio político contra el ministro de Educación por no asegurar los activos de dicha cartera en la zona afectada. ¿Existe la obligación legal? ¿Se justifica su destitución? No tengo respuesta. Anhelo que el juicio político proceda con altura y fundamentos, para que se alcance un veredicto apegado a la ley.

Lo cierto es que no están asegurados, y más allá de consideraciones legales, cabe preguntarse si económicamente se justifica.

El ministro puede argumentar que los activos del Ministerio están regados por todo el territorio nacional. No hay concentración, por lo que una catástrofe solo afecta a un número reducido de establecimientos. En cuyo caso cabe el autoseguro, puesto que cualquier daño no será necesariamente mayor al costo de la prima para todos los activos.

No es así, según aseguradores consultados. Puede tomarse una póliza global que cubra a todos los activos de una institución, sin necesidad de tener que incluir un apéndice con la lista exhaustiva de los mismos, y luego indicar que la póliza cubre todos los daños causados por fenómenos naturales cuando se cumplan ciertas condiciones, vinculadas a la magnitud del fenómeno y a la distancia de su foco. Una póliza de ese tipo saldría muchísimo más barata que el aseguramiento individual de inmuebles.

Independientemente o no del criterio o responsabilidad del ministro Espinosa, lo cierto es que el Gobierno ecuatoriano, como sus predecesores, y como sus pares de la región, no tiene la cultura del seguro. Habría que preguntarse si son únicamente los activos de Educación los que no están asegurados.

Esto se refleja en las reformas a la legislación sobre seguros que penaliza el reaseguro internacional, que se lo ve como un malgasto de divisas. Adicionalmente se afecta al reaseguro con el pago del impuesto de 5% a la salida de divisas y la restricción de los beneficios de doble tributación.

Afortunadamente, la restricción al reaseguro no ha sido aplicada al riesgo catastrófico. El terremoto ha causado 25 mil reclamos y las aseguradoras proyectan que pagarán unos 400 millones de dólares en indemnizaciones. Ya han pagado $ 135 millones. Sin reaseguro, hubieran quebrado. Y eso que los riesgos estaban muy repartidos entre muchas empresas de Guayaquil y Quito.

Las reaseguradoras anticiparon dinero a las aseguradoras para cubrir emergencias, tanto personales como empresariales, en este caso en especial para las cubiertas contra lucro cesante, puesto que toda demora hubiese elevado la indemnización. Este año, es probable que entre más dinero al país por indemnizaciones que lo que salga por primas de reaseguros.

El Ecuador es propenso a desastres naturales. En la zona del terremoto, costa afuera de la frontera Esmeraldas-Manabí, confluyen tres placas tectónicas y habrá más terremotos y más fuertes. Tenemos varios volcanes activos, entre ellos El Reventador en la cercanía de los oleoductos y la mayor central hidroeléctrica, y el Cotopaxi, que ya una vez destruyó Quito. En los últimos 35 años hemos sufrido dos fenómenos de El Niño que destruyeron buena parte de la Costa.

Un buen seguro de riesgo catastrófico permitirá repartir mejor el costo de reparación de un desastre. Saquemos esa lección del terremoto de Manabí.(O)