La ética parte de un principio básico: aplicarla en cualquier circunstancia, agradable o desagradable para uno. Ejemplo, ¿Alianza PAIS hubiera apoyado la reelección indefinida en épocas de Febres-Cordero o Gutiérrez? En esa línea, el Gobierno ya hizo anteriormente una propuesta ética: quien no declara sus impuestos no puede ser candidato a puestos públicos. La dejó en el camino quizás por vergüenza propia… es mi interpretación desde lo vivido en la Asamblea de Montecristi, donde se planteó como obligación la entrega de la declaración de impuesto a la renta y patrimonial. La segunda no existía legalmente vía SRI, pero la primera debió ser presentada ocho meses antes y en consecuencia ser un simple formalismo: desempolvar la declaración y entregarla. No fue así, se dio un plazo largo ¡e instalaron ex professo oficinas del SRI para que la mayoría de asambleístas del Gobierno cumpliera esa obligación básica!

Ahora lo ético es aparentemente no tener recursos en paraísos fiscales para ser funcionario público. Se me hace difícil entender esta exclusividad de los paraísos fiscales: lo antiético debería ser evadir impuestos u obtener recursos de forma corrupta o ilegal, pero no necesariamente su destino, sino principalmente su origen. Incluso cuando el presidente dice: “Sacar riqueza de donde se generó es sencillamente inmoral… si quieren ser dignatarios… deben tener como primera obligación ética invertir en la Patria”, aunque no estoy de acuerdo con la frase, sería entonces lógico agregar al inicio: “…sacar a cualquier lugar del mundo…”. ¿Por qué solo el sacar dinero hacia paraísos fiscales sería antiético, pero no sacarlo a otros lados? ¿Por qué no aplicarlo como ejemplo ético a los gobernantes actuales? Quizás nuevamente sea un asunto de vergüenza propia. Claro, hay la doble balanza: esto está hecho con un propósito evidente, para alguien en concreto.

El presidente menciona al papa Francisco para dar peso moral a su propuesta. Y al expresidente Mujica: “Si aman tanto el dinero, que sigan en sus negocios, pero que no se metan en política”. Al juntar las dos personalidades me viene la parábola bíblica “Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el reino de Dios”. Soy católico y para mí esa parábola no es un flechazo a los ricos, sino un llamado a la justicia: al que tiene más posibilidades en la vida, hay que exigirle más responsabilidad. Pero no solo responsabilidad del que hace negocios y gana dinero, sino también del político que usa el dinero de los demás. Siempre es extraño en ese tipo de comentarios ver cómo ciertos políticos desprecian a los que hacen negocios, pero no tienen ningún empacho en tomar ese dinero vía impuestos para utilizarlo como caja propia, muchas veces malgastarlo sin rendir cuentas o apropiárselo sin temor. Doble estándar.

El pacto ético debe ser muy simple: “Las instituciones del Estado tienen como obligación sancionar acciones ilegales de sujetos privados y públicos… más aún de los que tienen poderes públicos importantes, porque usan los recursos generados por otros”. Es obvio, pero… ¿se cumple?

Nota: no tengo actividades en Panamá. (O)