Manifiesto a las personas, con las que me relaciono más frecuentemente, mi convicción de que la fe cristiana nos orienta a dialogar con Dios acerca de angustias y esperanzas humanas, para recabar luz, fuerza y seguir caminando. Orar es dialogar con Dios. Voy a Dios en busca de ayuda, exponiéndole lo que pienso y deseo, pero abierto a lo que me haga descubrir lo que sea mejor. Sabemos que en el yo de cada uno hay una tensión entre abrirse y encerrarse. El encerramiento en grupo es más impenetrable que el encerramiento individual.

Actualmente se invoca el diálogo, no para encontrar la solución de problemas, sino para imponer las propias ideas. El recurso al diálogo es actualmente tan ligero, frecuente y estéril, que en esta palabra difícilmente se descubre su significado etimológico de camino hacia un encuentro. Son numerosas las personas para las que diálogo significa evasión. La evasión es puerta a la frustración; la frustración incuba la violencia. El desvío, de camino a un encuentro, a una evasión, es patente en los siguientes hechos, entre otros:

(1). En el campo de la educación. Las turbulencias, protagonizadas en Chile y México por maestros, padres de familia y personeros del Gobierno. Falta diálogo para precisar responsabilidades:

-El Estado la debe guiar hacia un objetivo, de acuerdo con la identidad del país y las exigencias para integrarse creativamente en un mundo globalizado. -Se acepta pasivamente que el Estado determine, sin participación de los educadores, sin la participación posible de los padres de familia, el proceso y objetivo de la educación de niños y jóvenes. Esta pretensión estatista es similar a la de las ideologías marxistas, fascistas, nazistas. -Educadores y padres de familia deben concretizar el proceso de formación, para desarrollar la libertad creadora y responsable. -La educación es prolongación de la paternidad; es responsabilidad primera de los padres de familia; no se reduce a matricular a sus hijos; deben participar en la evaluación del proceso educativo.

La formación en desarrollo de la libertad creadora y responsable debiera ser el tema principal del diálogo de los educadores. Los maestros, al mismo tiempo que reclaman derechos, deben actualizar su capacitación. El Estado debe proveer medios adecuados.

(2). A causa de la conducta zigzagueante en recientes sesiones de la OEA, los problemas en Venezuela no fueron objeto de diálogo. Era la oportunidad para que la mayoría y la minoría de los ciudadanos se acercaran, desde una realidad comprobable, y se encontraran con hechos. Queda un sólido indicio de complicidad en la dilación de una consulta constitucional al pueblo, al que, cuando conviene, se le califica como soberano. Dilatando la consulta se priva de eficacia a un pronunciamiento actualizado y libre de los venezolanos.

(3.) Personeros de entidades –también eclesiales– difuminan su obligación de informar. Se escudan en una soberanía del siglo XVIII o en su “dignidad”. Vacían el diálogo del asunto preciso.

(4) La conducta de quienes recurren a sacerdotes sordos, para por su medio pedir perdón a Dios, me ayuda a descubrir que rehúyo cambiar. (O)