El deporte siempre fue parte de mis aficiones y preocupaciones. En dos ocasiones, rectores de colegios de Quito y Guayaquil, me confiaron la conducción del deporte estudiantil. ¿Chile sorprendió al equipo argentino? ¿Se esperaba el triunfo chileno? ¿Argentina menospreció al rival? Muchas son las preguntas que nos hacemos, con respuesta unas, otras no. Este evento deportivo tiene consecuencias que van más allá de una cancha y que no se agotan con la justa celebración chilena de un campeonato de resonancia mundial.

La noche del partido (26 de junio de 2016) chateaba yo con ‘Vecinitos-La Milina’, en el cantón Salinas. Antes de la ronda de penales escribí: “Cuando escuché y vi cómo cantaban los chilenos su himno nacional, supe que pertenecen a un pueblo con alma y algo más. Pase lo que pase, he visto una cátedra de pundonor, de amor a la patria y de una excelente preparación táctica. Hermoso final de una fiesta deportiva”. Para la niñez y la juventud, cantera inagotable de deportistas, algunas consideraciones.

-Conservo en el archivo de mis pupilas las imágenes de la oncena chilena mientras cantaba su himno patrio: rostros curtidos por el sol, pelo bien cuidado con estilos diversos, maquillajes para todos los gustos. Su himno nacional no lo balbucieron, tampoco lo tararearon, lo gritaron a voz en cuello, con las venas dilatadas y con un rostro que cambiaba de forma a tono con su letra: “Puro, Chile, es tu cielo azulado/ puras brisas te cruzan también/ y tu campo de flores bordado/ es la copia feliz del edén… Dulce patria, recibe los votos/ con que Chile en tus aras juró./ Que o la tumba serás de los libres/ o el asilo contra la opresión”.

-Si yo fuera ministro de Educación, en un régimen democrático, entregaría una copia de la reciente actuación deportiva y cívica del equipo chileno a todos los directores y rectores de centros educativos para que sirva de ejemplo para conseguir que niños y jóvenes cuando cantan los lunes “¡Salve, oh Patria, mil veces! ¡Oh Patria! ¡Gloria a ti! Ya tu pecho rebosa gozo y paz, y tu frente radiosa más que el sol contemplamos lucir”, lo hagan con voz fuerte, pensando en lo que pronuncian; que sientan que el honor debe defenderse, que la libertad no es un mito ni un regalo, que la mentira debe castigarse, que la Patria tiene su historia, que no nació ayer, que el trabajo y la disciplina son herramientas de progreso, que para cosechar es menester sembrar.

-Un ejemplo. A los alumnos del Cardinal Spellman School for Boys, de Quito, les llamaban ‘los cauchos del Spellman’, porque algunos eran hijos de padres adinerados; por andar limpios y mejor vestidos los creían debiluchos. Pues esos deportistas ‘flojos y aniñados’, ‘los cauchos’, fueron campeones de atletismo de Pichincha. ¿Por qué? Porque se propusieron, comprendieron que el sacrificio era necesario y supieron que el triunfo compensa amaneceres tempranos y cansancios.

-Técnica y tácticas, estado físico, pundonor, disciplina, trabajo en equipo son hitos indispensables para alzar la copa del triunfo. ¡Bien por Chile!

“Con constancia y tenacidad se obtiene lo que se desea; la palabra imposible no tiene significado”, Napoleón (O)