Nada es más importante para un buen político que sentir las pulsiones sociales. Nada lo aleja más de la racionalidad del poder que vivir rodeado de adulones que le hacen vivir la ficción de una realidad que finalmente lo devorará. No en balde el emperador Julio César tenía un cercano que le recordaba su condicion de mortal. No sé cuánto le hizo caso, pero tenía noción de lo que importaba leer la realidad de manera correcta. Hoy tenemos varios ejemplos de líderes políticos que se resisten a mirar los hechos de una manera objetiva y consecuentemente tomar las medidas apropiadas. Si Lula hubiera asumido su cuota de responsabilidad en el “mensalao” (la corrupción desde el ejecutivo a los legisladores brasileños), probablemente las cosas no hubieran llegado al nivel que finalmente alcanzaron prostituyendo la política y la economía de ese país.

Si uno es capaz de entender la realidad, puede racionalizar el poder convirtiéndolo en servicio y no en mecanismo de corrupción, vanidad o curativo de la falta de afecto. Necesitamos racionalizar el poder mirando los hechos como son. Observar con claridad desde el inicio las cosas y personas que podrían llevar al gobernamente a convertirlo en un autócrata y no en un servidor de los intereses colectivos. La elección del equipo o entorno es extraordinariamente importante. Cuando están solos los abyectos o advenedizos cerca del líder es absolutamente seguro que el proyecto va al fracaso.

Los tiempos en el poder hoy en día son más cortos. 10 años es una eternidad en un momento guiado por lo instantáneo y fugaz que marcan la relación de las personas y de ellas con las instituciones. Una década se iguala a 50 años en el poder de antes. Lo anacrónico de la dictadura castrista no es solo que una familia haya gobernado tanto tiempo como en Corea del Norte, sino que sean incapaces de leer una realidad absolutamente distinta que aquella que existía cuando llegaron al poder. Ni las guerrillas son sostenibles con el método tradicional, por eso ponen punto final a las FARC en Colombia.

La realidad en este profundo cambio de era supone mirar y entender las cosas de manera diferente. Los que se empeñan en decir que todo cambiará para mantenerse igual están equivocados y pagarán sus consecuencias.

No se puede seguir mandando como en los tiempos de antes. La gente tiene hoy más información y convive con más miedos y, si a eso se le agregan los que echan los gobiernos para mantenerlos sometidos a sus gobernados, estamos ante la ecuación perfecta de no leer la realidad como se debe y consecuentemente entender que la libertad y la democracia no admiten interpretaciones como las de antes. (O)

Hoy tenemos varios ejemplos de líderes políticos que se resisten a mirar los hechos de una manera objetiva y consecuentemente tomar las medidas apropiadas.