No solo que el movimiento de la tierra nos asusta, también nos deja fisuras en diferentes lugares de nuestra casa. En un sismo la tierra se mueve en las tres direcciones, sin seguir un patrón, su movimiento es de lado a lado, este movimiento se mantiene por varios segundos que se vuelven interminables y sobrecogedores.

Mientras nosotros rogamos a Dios por nuestras vidas y tratamos de mantenernos en equilibrio, una lucha mayor de desarrolla entre los elementos constitutivos de la estructura de un edificio. En cada movimiento lateral del suelo, el edificio responde con su propio movimiento, la vibración del suelo pasa a la edificación, en este tránsito la onda se agranda y el movimiento se vuelve más drástico. Los pueblos ancestrales poseían danzas para entrar en guerra, algo parecido a una danza destructiva de guerra toma lugar entre las columnas, las vigas y las paredes al transcurrir el terremoto.

La columna es la que está en pie y se mueve de lado a lado, pero la viga la une a la columna contigua, se produce una lucha titánica y un trabajo en equipo entre todas las columnas del edificio que se interconectan gracias a las llamadas “vigas de amarre”, el movimiento de lado a lado se repite cientos de veces en pocos segundos.

Otro elemento que interviene en esta danza de guerra son los bloques de las paredes que también tratan de detener el movimiento de la columna, pero el bloque, por ser el más débil, se destruye en el proceso, en cada movimiento, el bloque se deshace más y más.

Cuando los elementos no resisten más el movimiento se fisuran, es decir, que la aparición de fisuras tiene un significado, la fisura indica que el elemento fisurado sobrepasó su máxima capacidad, la fisura es el síntoma que muestra que el terremoto indujo fuerzas superiores a las que, cuando se ideó el edificio, se pensó que tendría.

Muchos han optado por cubrir las fisuras dejadas por el terremoto, de manera que no sean visibles, esta es una labor peligrosa, las fisuras son un síntoma de que algo anda mal, tapar la fisura permitirá no ver el problema, pero el mismo continúa latente. “Ojos que no ven corazón que no siente”, “Barrer por donde mira la suegra”, son frases que podrían describir lo que logramos cuando cubrimos estéticamente una fisura, para no verla.

Muchas veces las fisuras son un síntoma de una enfermedad grave de la estructura y como tal debe de ser investigada por un profesional, determinando si su origen es superficial o profundo. Este estudio podría concluir que el elemento fisurado no sirve y debe de ser reemplazado, el análisis podría también indicar que se deben de hacer reparaciones para restaurar las características iniciales del elemento y también podría indicar que es necesario reforzar la estructura.

El camino menos fructífero y peligroso es tapar fisuras. Como en toda enfermedad, no darle importancia a un síntoma, hace que las cosas empeoren. Por ello cuando aparecen fisuras, hay que buscar la causa y aplicarles el remedio, ¡Reconstruyamos este país, pero esta vez, hagámoslo seguro frente a terremotos!