Me encuentro viviendo una de las peores experiencias para cualquier ser humano, ver sufrir y quizás morir poco a poco a un ser querido. Se trata de Máximo, un gato mestizo de cinco años que rescaté de la calle cuando tenía dos; lo esterilicé, vacuné y crie con amor durante estos últimos tres años, tiempo en el que lo vi engordar y crecer feliz.

Hace una semana le diagnosticaron a mi mascota una enfermedad cada vez más frecuente en los gatos, leucemia felina; se trata de un padecimiento que afecta al sistema inmunológico bajando las defensas (falta de apetito, decaimiento, pérdida de peso y deterioro hasta morir). En la clínica que atiende a mi mascota no pueden curarlo, solo emplear un tratamiento paliativo, aplicarle cuatro inyecciones diarias de vitaminas, antiviral, antibiótico y hormonas. Desesperado e impotente, me puse a averiguar en internet y descubrí que en Ecuador no existen los fármacos que traten la leucemia felina, solo se venden fuera del país y se requiere de un permiso especial para traerlos a nuestro territorio. ¿Cómo es posible que organismos llamados a atender esta necesidad no se hayan apersonado para formalizar la importación de estos fármacos que tanta falta hacen a las mascotas en el país? Las cifras de los gatos muertos por esta enfermedad son realmente alarmantes y nadie se ha preocupado por legalizar la importación de estas medicinas, ni nadie trabaja en investigaciones científicas para comenzar a producir el medicamento a nivel local o nacional.

No se puede deja morir a miles de gatos cada año, lo que constituye un acto despiadado. Ecuador sigue siendo un país de Ripley, un país en el que se crean leyes que protegen a los animales del maltrato, se crean ONG, fundaciones, asociaciones y entidades que pregonan su amor por los animales, ofrecen cuidados de todo tipo; pero no se puede adquirir un fármaco que cure uno de los principales motivos de muerte de gatos en Ecuador: la leucemia felina. ¿Hasta cuándo se practica con tanto “profesionalismo” la indolencia en nuestro país? (O)

Gustavo Rivadeneira Romero,
Guayaquil