Parece que aquí cualquiera puede hacer lo que a bien le viene en gana, desde el conductor que para su vehículo para hacer sus necesidades biológicas, montar espectáculos eróticos al amparo de una calle poco iluminada, parquearse mal, fumarse su “pistolita”, encender luces para ofrecer una “carrera” sin estar autorizado para ello; hasta el uniformado que me acepta dos “verdes” –billetes– (porque “allá” me va a costar tres veces más).

Y de los chamberos, mejor no escribir. Y del turismo tampoco, para evitar un sabatinazo, una trillada “réplica”, o una demanda judicial por varios millones porque a alguien le produjo insomnio y pesadillas. Que los tricimoteros invaden las ciudades es noticia, y también que compiten con los taxis autorizados y los “de agache”, a vista de agentes que no los verán porque estarán compitiendo con los semáforos para ver qué vehículos paran en la intersección.

Ojalá este desbarajuste atraiga turismo interno, porque el del exterior pensará dos veces, por las alertas que sus gobiernos hacen a sus ciudadanos; aunque nuestras autoridades declaran que la delincuencia ha descendido el 0,0000%. Ojalá los nuevos tiempos y las nuevas autoridades, con las nuevas tecnologías, eleven los comportamientos ciudadanos tan venidos a menos; a pesar de los avances arquitectónicos de Guayaquil, porque al ciudadano hay que prepararlo para que asimile una obra para su propio beneficio. La tarea para el nuevo gobierno será de misión imposible cuando elimine el derecho que tenemos los ecuatorianos para consumir cualquier droga a vista y paciencia de propios y extraños, si antes no han hecho un censo para determinar el volumen de adictos que deben ser rehabilitados mientras se le otorguen sus consumos diarios; o cuando se ocurra decretar un toque de queda infantil para obligar a los mayores a recoger a sus hijos menores a las 20:00. Si el nuevo gobierno, al igual que los anteriores, todo lo sigue viendo con color de votos, seguiremos cayendo más bajo de lo que en muchas materias ya hemos caído.(O)

Eduardo de Jesús Vargas Tobar, doctor, Guayaquil