Nuestro invitado
Mauricio Gándara Gallegos

Todos escuchamos a este carismático líder, el último de los dirigentes respetables de la izquierda latinoamericana, el expresidente uruguayo José Mujica, decir del presidente Maduro “que está más loco que una cabra”. Yo, en cambio, había pensado que le era más aplicable esa frase de desesperanza e impotencia de uno de los personajes del dramaturgo T. S. Eliot, laureado con el premio Nobel: “¡Cómo se puede pelear con la estupidez!”. El señor Mujica debe tener la razón porque lo conoce personalmente; esperamos que sea así, porque los locos tienen momentos de lucidez; los otros, no.

El mundo entero o, al menos, una gran mayoría, procura que entre en razón el presidente venezolano, pero cuando se le acercan los mediadores internacionales, les dice que espera que la mediación internacional haga que la oposición “ceda” en su “actitud golpista” y desista del referéndum revocatorio. En sus momentos de lucidez, el presidente venezolano puede que recuerde que su maestro, el coronel Chávez, aceptó someterse al referéndum revocatorio contemplado en la Constitución chavista; tuvo fe en sí mismo, y venció.

Tal vez el señor Mujica y los que piensan como yo estamos errados, y el señor Maduro ha pensado él mismo, con astucia, y se lo ha confirmado su fallecido mentor, en la forma ya mencionada por el pupilo, que si se somete al referéndum revocatorio, lo pierde irremediablemente, porque Maduro no es Chávez. Además, con solo postergar el referéndum hasta el próximo año ya no habrá nuevas elecciones. Por la misma razón, esa ahora arrinconada minoría de los países de la ALBA vocifera en defensa de la actitud de Maduro, y acusa de enemigos de los gobiernos progresistas a quienes no lo apoyan. Los califico de minoría arrinconada porque han perdido el control político en Argentina y en Brasil. Ya hay un llamado a la cordura, al diálogo, en un comunicado de Argentina, Chile y Uruguay. Brasil ciertamente no apoyará a Maduro, que grita que después de Rousseff la derecha y el imperio vendrán por él.

Es un acto de locura la movilización de medio millón de milicianos, reservistas y militares. Sería un acto de traición recibir apoyo militar de países extranjeros. En defensa del petróleo que le regalan, fuerzas de Cuba están infiltradas en las fuerzas armadas venezolanas.

Es vergonzoso para los ecuatorianos que nuestro gobierno –representado ahora por un canciller importado– apoye al gobierno chavista, que reprime salvajemente a su pueblo y lo mata de hambre por incompetente. A este error se suma la torpeza de criticar al gobierno interino de Brasil por el proceso absolutamente constitucional seguido para la suspensión y eventual destitución de la señora Rousseff. Aparte del moribundo régimen chavista, solo le queda Bolivia. La soledad de Ecuador es espantosa. Ecuador y Bolivia lucen en el mapa como dos lunares. Bolivia al menos ha manejado bien su economía; la economía de Ecuador parece seguir la ruta de la Argentina y el Brasil de ayer, y la de la Venezuela de hoy. A la situación de Venezuela terminaría por llevarnos la creación artificial de dinero, el dinero electrónico. ¡Hay que detener tanta torpeza, tanto sectarismo! (O)