En nuestra Carta Magna el art. 35 prevé la atención prioritaria a las personas adultas mayores; el art. 37 contempla el derecho a la jubilación; el art. 229 manifiesta que los derechos de los servidores públicos son irrenunciables.

El 28 de febrero de 2014 quedé cesante por cierre de las Direcciones Provinciales de Educación Hispanas y Bilingües mediante Acuerdo Ministerial 0015/14, y desde esa época comenzó mi calvario con el Seguro Social. Al momento de mi separación, estaba lista para jubilarme. Ingresé a la página web del IESS para aplicar mi solicitud de jubilación, y me decía: “Representante legal tiene deudas”. Me acerqué al IESS y una señorita dijo que como yo era representante legal y la institución tiene deudas, no me podía jubilar. Laboré por más de 30 años en la anterior Dirección Provincial de Educación del Guayas. Fui a la Defensoría del Pueblo, donde realizaron audiencias con funcionarios del IESS, Ministerio de Educación, Subsecretaría de Educación, SRI; ningún funcionario puede resolver mi situación. En el IESS funcionarios dijeron que son deudas ingresadas como “responsabilidades patronales”, y que recién iban por el año 2011, porque el ingreso es manual (no utilizan la tecnología para este trabajo); o sea, cuando terminen de ingresar hasta el año 2014 yo ya capaz me he muerto y no podría disfrutar mi jubilación. El IESS dice que en un mes va a solucionar mi caso, no es así porque no se soluciona, han pasado 2 años, 3 meses. El IESS y el Ministerio de Educación son entidades del Estado que pueden hacer cruces de cuentas para cancelar las deudas. La antes Dirección Provincial de Educación del Guayas y los colegios fiscales tienen saldos sobrantes en la cuenta del IESS, y con eso se puede cubrir el monto a pagar. No tengo derecho a seguro médico, estoy desamparada. Señores presidente de la República, Rafael Correa; ministro de Educación, Augusto Espinosa; presidente del Consejo Directivo del IESS, Richard Espinosa, pido sus intervenciones para acceder a mi jubilación.(O)

Marjorie García Macías, economista, avenida Samborondón