Hace casi dos semanas, un gran sector del parque La Carolina apareció cerrado con una lona verde enorme, impidiendo el acceso a una zona de aproximadamente una hectárea de extensión. Se trata del sector sur del parque, cerca de la intersección de las avenidas Eloy Alfaro y República, donde se encuentran los árboles más antiguos y frondosos. Todo indica que dentro de dicha área cercada se iniciará la construcción de una de las estaciones del futuro metro de Quito.

Llama profundamente la atención las exageradas dimensiones de dicha estación. Los gráficos explicativos del proyecto que pueden encontrarse en internet muestran un espacio enorme, quizás demasiado grande para abarcar solo una parada de transporte público. Sería conveniente que las autoridades municipales expliquen qué tipo de actividades complementarias desean insertar en un espacio de circulación pública, a 30 metros por debajo del suelo. Valdría la pena que la comunidad esté informada sobre tales planes, para que pueda pronunciarse sobre la validez de hacer algo desproporcionado en un lugar que debe cumplir básicamente con funciones técnicas y de circulación.

Sin embargo, lo que resulta doloroso y lamentable es el sitio seleccionado para la construcción de dicha parada. ¿Por qué construir este punto de transporte público justo donde se encuentra el sector con la mayor y mejor cantidad de árboles de toda La Carolina? A pocas decenas de metros se encuentran los terrenos destinados para la futura Plataforma de la Producción, proyecto que en la actualidad se encuentra en pausa. Debería considerarse la posibilidad de que esa estación se construya en los terrenos de aquella plataforma, y que sus espacios se incorporen a la futura Plataforma de la Producción, si es que esta llega a construirse. De esta forma se preservaría uno de los pocos espacios arborizados que aún quedan en La Carolina.

Y si llevamos estas críticas a otras partes del proyecto, nos daremos cuenta de que existe una tendencia a generar un despilfarro en metros cuadrados de construcción. Un buen ejemplo de ello es la estación que se construirá bajo la plaza San Francisco. Dentro de su programa de actividades, dicha parada cuenta con un auditorio. Nadie en su sano juicio puede creer que un auditorio construido bajo el suelo y sobre una vía férrea subterránea pueda funcionar eficientemente. El pasar de los vagones generará ruidos y vibraciones que afectarán a los eventos que se presenten en tal auditorio.

Quito tiene ejemplos de espacios concebidos para eventos masivos y que están actualmente en total abandono. Bajo la Plaza de la República, junto al Consejo Provincial de Pichincha, existe un auditorio con capacidad para dos mil personas y que cuenta con un parqueadero para cuatrocientos automóviles. Nadie usa aquel escenario; y los estacionamientos son utilizados solamente por los empleados de la Prefectura de Pichincha.

Ciertamente, el proyecto del metro de Quito lo inició la Alcaldía anterior. Sin embargo, la presente administración tuvo la oportunidad de revisar el proyecto y eliminar aquellos aspectos que pudieran estar de más. Lamentablemente, tal revisión no se hizo. Muchos arquitectos vemos con preocupación cómo se usa el proyecto del metro como una excusa para generar despilfarro. (O)