EL UNIVERSO publicó el miércoles 18 de mayo de 2016 mi primer artículo sobre el tema que precede. Recibí varias opiniones, unas relacionadas con la conducción general de los clubes de fútbol, en cuanto a organización directiva, especialmente en lo que respecta a las cuentas cuando concluye un periodo de administración, y a la necesidad de que en sus directorios haya expertos en economía y mercadeo deportivo.

Otras opiniones sí se concretaron al cuestionamiento planteado: ¿Debería Barcelona SC contragolpear judicialmente y demandar a los jugadores que no alcanzaron o alcanzan el nivel de rendimiento deportivo por el cual fueron contratados, perjudicándolo económicamente?

Le traslado algunas:

Es totalmente raro que, sobre cualquier evento, resultado o circunstancia, un club deba pagar a ciegas lo que contrata.

Se puede observar que lo convenido es pagar y pagar, sin consideración de logro, producto, servicio o beneficio como contrapartida.

Si juegan los deportistas o dirigen los técnicos, se les paga; si lo hacen mal o pésimo, se les paga.

Reciben premios por ganar un partido aunque no sirva ese resultado para ningún puesto de clasificación, por ejemplo. Se paga y se paga superbién. En estas condiciones, ¿qué institución puede tener equilibrio para su misión y responsabilidad social?

Si en diez años, a modo de ejemplo, se gana un campeonato nacional, pero se han pagado remuneraciones, promedio de nueve millones de dólares al año, ¿cuánto cuesta ese logro?

Hay quien preguntó: ¿Son las conductas de los directores técnicos y jugadores, entonces, un lastre dentro del déficit de Barcelona?

Podría haber una remuneración básica, nada mala, a la que se añadirían otros ingresos por imagen, desarrollo institucional, crecimiento deportivo, cumplimiento asociado, etcétera, asegurando un equilibrio en el pago, añadiendo algo justo por el mérito comprobado.

Los contratos deben estar sujetos a técnicos y justos procesos de evaluación, por el desempeño en las funciones que se encargan de desarrollar.

Sería fabuloso que devolvieran el dinero los que no rindieron, jugaron poco o nada o se pasaron lesionados.

Añado yo: ya que existen seguros para resarcir daños causados por mala práctica profesional, ¿habría alguna compañía de seguros dispuesta a “asegurar el nivel de rendimiento” de los futbolistas profesionales y directores técnicos contratados, precisamente por la fama de sus altos niveles de producción?

Continúan los lectores: Se sale de toda lógica contratar para pagar megasueldos si no se sabe lo que van a producir. Habría que establecer una remuneración base y porcentajes de incremento según la importancia del aporte deportivo.

El monto de las remuneraciones y la forma de establecerlas deben ser revisados, según el rendimiento, apoyándose en la tecnología, superando la dificultad de valorarla y procesarla hasta convertirla en indicadores adecuados.

Finalmente, planteo algo nuevo: Barcelona SC tuvo que jugar fuera de estadio, como sanción, y eso mermó ingresos que esperaba y necesitaba. Establecido quién es el responsable de esa disminución, ¿tendría derecho a reclamarle el daño económico causado? ¿Serviría de precedente?

¿Caben contragolpes barcelonistas? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)