Hacia la reconstrucción
Pedro Zambrano Lapenta

Lo pasado es pasado. El dolor por nuestros muertos evolucionará como el proceso natural que es. Nos queda honrarlos.

Los metros cuadrados perdidos se volverán a construir como consecuencia de que hagamos una buena reactivación social y económica, y no al revés. Nuevos ladrillos no nos devolverán el ritmo, el trabajo sí.

El presente está en seguir atendiendo a los miles de ecuatorianos que no tienen casa ni trabajo. En ello las autoridades se mueven según sus protocolos.

La abrumadora solidaridad de los ecuatorianos se ha ganado el más grande espacio en el corazón de los manabitas ¡Mil gracias! Sin su velocidad, sin su abundancia, sin su visita personal y abrazo sincero, esto sería más difícil de llevar. ¡Nunca lo olvidaremos!

El presente debe estar también en una inmediata inyección económica a los empresarios que enfrentan pérdidas y generan desempleo. Estos fondos no pueden tardar en llegar. A casi tres semanas del terremoto, las reservas económicas y anímicas decaen.

La prioridad debe estar en los pequeños y medianos productores. En Manabí, el cooperativismo financiero ha funcionado muy bien durante décadas. Las cooperativas y los bancos locales son la forma más veloz y eficiente para canalizar efectivamente los recursos.

El Gobierno presupuesta 1.600 millones para la reconstrucción. Hasta el aparato productivo debe llegar una fracción muy importante, caso contrario volveremos a contemplar un desfile inútil de dólares, ya que de nada sirven nuevas calles, carreteras y puentes si no conducen a hoteles, fábricas, puertos, comercios.

El futuro está en el desafío de construir una versión de Manabí mejor que la que golpeó el terremoto. Sería un fracaso no lograrlo. En esta provincia existen las condiciones para lograr una suerte de desdoblamiento, para pasar en poco tiempo desde la tragedia, al contribuir inmensamente al desarrollo de Ecuador, desde nuestra propia identidad y propuesta de vida.

Hay que asegurar que la reconstrucción esté bien planificada y bien ejecutada. Hay que crear una ley estimulante que no tenga las trampas que los “sabios” de la planificación y las rentas han metido en otras leyes, matándolas desde antes de que nazcan. Hay que impedir a toda costa que la politiquería entre en este año electoral. Hay que impedir que los fondos se desvíen; por ello, en medio de la crisis fiscal, lo mejor es que vayan a un fideicomiso. Hay que dar a las autoridades locales más espacio en el comité de reconstrucción, ya que solo ocuparían un tercio de las sillas.

Que el vicepresidente Glas haya sido nombrado presidente del comité de reconstrucción y reactivación da la ventaja de estar en máximas instancias de decisión. Pero se advierte que su figura, al ser un potencial candidato del Gobierno, puede generar fricciones y resistencias en algunos sectores. Es difícil imaginar al Gobierno trabajando hombro a hombro con autoridades de oposición. Si no me equivoco, unos cuatro alcaldes de Manabí (en cantones medianos y pequeños) son del partido de Gobierno, y los otros 18 no. Es de soñar que el líder reconstructor integre a todos los sectores en este gran desafío, sin que importen las banderas políticas.

Con un buen plan de reactivación y una acertada ejecución, no me cabe duda de que en pocos años el país y el mundo conocerán la mejor versión de mi provincia ¡Viva Manabí! ¡Viva Ecuador! (O)