Entre las diversas fuentes estresoras los desastres naturales como el pasado terremoto del 16 de abril son graves porque trastornan la vida de las personas de manera integral.

Las reacciones posteriores a estos hechos traumáticos pueden ser físicas, emocionales, cognitivas y comportamentales. No son siempre igual y dependen de las personas y de la ayuda que se reciba dentro de las primeras 24 horas.

La habilidad para poder sobrellevar estas situaciones tan intensas depende de algunos factores. El primero es la intensidad o fuerza del hecho que causa el estrés y en el caso mencionado no cabe duda de que constituye una catástrofe para las personas que perdieron a sus familiares, amigos viviendas y trabajos en pocos minutos.

Otros factores son los rasgos de personalidad, las habilidades para sobrellevar los problemas, los mecanismos naturales de defensa, la salud física y emocional, la capacidad de resiliencia, el haber tenido experiencias anteriores, la solidez de la red de apoyo social y psicológico ante la tragedia y la situación socioeconómica y demográfica.

La ayuda profesional es indispensable desde el primer momento y hasta unos meses después, porque no todas las personas resuelven la crisis con normalidad y algunas se cronifican o generan síntomas perjudiciales para el desenvolvimiento cotidiano normal.

Las personas de buena voluntad que acompañan a los damnificados, no solo con ayuda material sino con apoyo humano, deben conocer que pueden hacer un gran bien siguiendo unos cuantos principios técnicos:

-Escucharlos con atención y respeto.

-Permitir que hablen con libertad, se desahoguen, expresen sus emociones, cómo se sienten. Es importante acoger el dolor ajeno con mucho respeto.

-Recordar que el expresar compasión revictimiza, por eso la solidaridad es esencial.

-Transmitir lo importante que es aceptar lo ocurrido, que ya no puede cambiarse. El lamentarse es un desahogo inicial… pero no puede prolongarse en el tiempo. La aceptación de la realidad empuja a buscar soluciones… la no aceptación estanca o paraliza, igual que el terror de que vuelva a producirse, porque sienten que perdieron el control sobre sus vidas.

-Ayudarlos a salir del estado emocional de víctimas para que puedan asumir su vida y encontrar soluciones, poco a poco.

-No es aconsejable dar consejos directivos ni amenazas.

Los profesionales del ramo con experiencias en intervenciones en crisis como estas saben que, generalmente, hay una sola oportunidad de entrevista para cada persona, la cual, bien realizada, permite abrir el camino a la recuperación y que no se perpetúe o complique la situación de estrés, que se conviertan en eternos damnificados emocionales o que surjan otros síntomas más graves.

Es necesario evitar al máximo los factores perpetuadores de la crisis y, por el contrario, aprovechar los elementos de resiliencia propios de algunas personas o grupos que superviven a la desgracia y se muestran más bien reforzados psicológica y espiritualmente. Fomentemos en todos esos pensamientos y actitudes de superación y que abracen con decisión la oportunidad presente y el desafío de reconstruir su existencia.

Estamos al inicio. Se requiere ayuda sostenida en el tiempo. Solidaridad sin límites. (O)