Que no quepa duda. Requerirá esfuerzo de su gente y políticas públicas apropiadas, pero Manabí renacerá de las cenizas, más próspera de lo que era antes. De la tragedia brota una oportunidad.

No es algo lírico, destinado a elevar el ánimo tan afectado por la muerte y desolación. Manabí ya lo vivió antes, en 1996. Manta salió fortalecida de la caída del avión de Millon Air en el centro de la ciudad.

Más allá de la tragedia humanitaria, lo que se destruyó fue capital físico, no humano. Quienes perdieron las instalaciones de sus negocios conocen su mercado. Lo que necesitan es reponer el capital perdido. Se soluciona con crédito en condiciones blandas para la reconstrucción de empresas y exoneraciones tributarias para atraer capitales.

Pedernales, el epicentro, está destruida; se habla de relocalizar la población. Pero a Pedernales las camaroneras la hacen próspera. Con el terremoto se habrá perdido el camarón en empacadoras (falta de energía), producción en piscinas, quizá algunos daños en infraestructura. Nada que el crédito no pueda resolver. La población que emigró en pánico será reemplazada por esmeraldeños y manabitas de otras localidades atraídos por la oferta de empleo.

A lo largo del litoral manabita, los hoteleros que perdieron sus instalaciones saben cuántos turistas pueden esperar, cuánto gastan, qué tipo de hotel es rentable. Les falta crédito. Si no son sujetos de crédito, podrán conseguir socios, atraídos por condiciones tributarias atractivas.

Los nuevos hoteles deberán cumplir con especificaciones antisísmicas, pero eso no se logra constituyendo otra burocracia en la capital, como se ha anunciado. Eso sería duplicar trámites, abogados para agilitarlos, pagar viáticos a inspectores que vengan de la capital. El control debe mantenerse a nivel de autoridades locales.

Las ferreterías, empresas constructoras, albañiles, todos tendrán más trabajo que antes debido a la reconstrucción. Habrá empleo, circulante, se moverán restaurantes, comercios.

Con el terremoto, dejaron de funcionar temporalmente las plantas atuneras, lo que repercutió en el mundo. Los atuneros españoles reportaron un repunte de la demanda por su producto, ante la repentina ausencia del atún mantense del mercado.

El atún mueve Manta, y Ecuador es el mayor proveedor de atún enlatado a la Unión Europea. Por algunos años Ecuador gozó de preferencias que le permitieron colocar su atún en Europa con cero arancel. Ya no califica para esas preferencias, pero como negocia un acuerdo comercial, por un año, que expira en diciembre 31, Europa congeló el tratamiento arancelario.

La pugna dentro del gabinete entre los que quieren el acuerdo y los que se oponen hizo que el Ecuador perdiera tiempo en el proceso de incorporación al acuerdo comercial. Hoy es cuesta arriba que haya un acuerdo vigente antes del 31 de diciembre. Peor aún, si el Gobierno no cumple con liberar el comercio, las negociaciones se paralizarían indefinidamente.

Bajo ese escenario, el primero de enero el atún ecuatoriano pasa a pagar arancel de cero a 24%, con lo que saldría del mercado. Filipinas, que ahora goza de preferencias, se relame e invierte en infraestructura para satisfacer el mercado que perdería Ecuador.

La pérdida de preferencias sería un segundo terremoto para Manta. (O)