Nuestra patria, fuente sagrada de la existencia, de la ecuatorianidad, nos motiva para asumir responsabilidades y ayudar a nuestros hermanos que están siendo azotados por la fuerza de la naturaleza.

Dios da la llaga y da la medicina, y nos otorga la fortaleza para sobre las cenizas que dejó el terremoto de magnitud 7,8 que con más intensidad castigó a Manabí y Esmeraldas, levantar a nuestros hermanos caídos en tremenda desgracia. Cuando la patria ordena, los ecuatorianos unidos como un solo puño sabemos enfrentar las circunstancias por muy duras que sean. Es necesario que ciertos ciudadanos que se consideran políticos presidenciales se unan al pueblo y colaboren en estos momentos de angustia nacional; ¿dónde están que no se los ve? Compatriotas, entre Dios y los hombres, está la patria. (O)

Franklin Eduardo Alvarado Acosta, sargento (Sp), Guayaquil