La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, tiene como objetivo fundamental contribuir con la paz y la seguridad en el mundo a través de la educación, la ciencia y la cultura. Representa, de alguna manera, la institucionalización de la utopía humanista que convoca a los ciudadanos del planeta que adhieren a ese ideal a cultivarlo para que alcance niveles de vigencia cada vez mayores, en una suerte de apuesta global y formal por la ilustración, entendida como una de las formas de comprender, asumir y vivir conceptos que ubican a la persona como el fundamento central y el objetivo mayor de la civilización.

La educación potencia la sensibilidad que permite comprender la inexorable interdependencia de los individuos entre sí y con su entorno natural. No somos ni podemos ser sin el otro y sin el medio ambiente. La educación humanista cultiva en las personas esta forma de entender la vida para actuar en consecuencia. Claro, también se puede educar para encontrar las diferencias, para fomentar conductas de exclusión, para fortalecer el individualismo y formas de competencia que destruyen al otro y al entorno. Muchos podrán decir, con razón, que esta faceta tan potente de la condición humana justifica plenamente la célebre sentencia del filósofo inglés Hobbes, “el hombre es el lobo del hombre”.

La Unesco impulsa la conformación de redes universitarias y las denominadas cátedras, con el fin de apoyar la gestión académica de las instituciones de educación superior relacionada con uno de los tres ámbitos de su competencia, esto es, educación, ciencia y cultura. Las cátedras no deben ser comprendidas como las materias o asignaturas que son asumidas por un profesor, una de sus acepciones válidas; más bien debe entendérselas como grandes proyectos de gestión e investigación sobre un tema específico coherente con los trascendentales objetivos de la Unesco, que son adjudicados a una universidad luego de un minucioso proceso de interacción con la institución académica proponente. La aceptación por parte del organismo internacional de la propuesta presentada significa un reconocimiento a la seriedad y prestancia de la universidad y de sus profesores involucrados.

La cátedra Ética y Sociedad en la Educación Superior, planteada por la Universidad Técnica Particular de Loja, fue aprobada recientemente por Unesco, en París. Su objetivo es trabajar sobre la relación ética de todas las profesiones universitarias con la sociedad. La ciencia y la tecnología, por sí mismas, pueden servir a cualquier interés y no necesariamente a los conectados con el bienestar colectivo, pues su lógica, definida por el descubrimiento permanente, la ruptura de paradigmas y los avances teóricos sobre la realidad del universo, arrasa con cualquier otra forma de ver el mundo y de vivirlo; de hecho, el camino científico determina en gran medida el de la humanidad. De ahí la importancia de la permanente reflexión ética y sociológica sobre el rol de las profesiones universitarias que permite precisar la dimensión y el alcance de la ciencia y la tecnología, no como objetivos per se, sino como poderosas herramientas al servicio de la adecuada convivencia, sostenibilidad y proyección de toda la humanidad. (O)