Se firmó el 4 de febrero el TPP (acuerdo de asociación Transpacífico) que involucra a doce países: Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunéi, Singapur, Vietnam, Canadá, y tres latinoamericanos: México, Perú y Chile. Es el más grande acuerdo de comercio, abarca el 40% del comercio mundial, y regula temáticas desde el comercio de lácteos hasta la regulación laboral, pasando por derechos de autor, patentes, inversiones estatales y medioambiente. Ojo, ahí están México, Perú y Chile.

Esto nos recuerda el “bobo aperturismo”, como probablemente Rafael Correa rechazaría cualquier insinuación de que hubiera sido sano que el Ecuador esté ahí posicionado. Pero lo mismo dijo del acuerdo con Europa, nos separamos de la negociación de Colombia y Perú, para al final volver apurados, sin haber participado en la definición general del acuerdo, y obligados a plegarnos a algo similar a los demás. Lo mismo nos dijo cuando Ecuador buscó el camino de los países bolivarianos en lugar del Acuerdo del Pacífico donde están los países latinoamericanos antes citados más Colombia y Panamá, cuya orientación “liberal y errada”, según nuestro Gobierno, es la de mayor apertura al mundo.

La lógica de esos países es siempre la misma: con todas las dificultades que implica salir al mundo (obviamente, no es fácil), las ventajas del libre comercio son mayores que las desventajas. Pero la visión de nuestro gobierno es: mejor negociar solo con países similares muy estrictamente escogidos, porque hay que evitar el riesgo de que ellos compitan en nuestro mercado, y nos pueden causar problemas. Tendemos, desgraciadamente, a mirar más riesgos que oportunidades.

Pero siempre recordemos que salir al mundo es la regla básica de la vida. Todos lo hacemos cuando un día salimos a la vida profesional y nos encontramos con gente más preparada y con estrategias más valiosas. Lo mismo a nivel empresarial. Pensando de esa manera, ¿se hubiera desarrollado el sector floricultor ecuatoriano (y tantos otros) en el que los colombianos eran líderes y más avanzados? Quedarnos en nuestro pequeño mercado es lo peor que podemos hacer. ¿Acaso hay mercado interno para 800 millones de flores que exportamos? ¿O 2.500 millones de banano? No hay duda de que los países pequeños solo encuentran un camino: abrirse al mundo donde hay cientos de millones de clientes de más poder adquisitivo a los que atender. El Gobierno siempre repite lo que señala un académico coreano: los países se desarrollaron gracias a protegerse del mundo y ahora nos quieren imponer la apertura. No es cierto, los países pequeños se desarrollaron abriéndose, los sectores que protegieron fueron mínimos y sin peso en el total de sus economías, y se puede demostrar lo contrario: se desarrollaron a pesar de cierto proteccionismo… y los grandes países comercian sobre todo entre ellos, así que poder vender en nuestros mercados, gracias a los tratados de comercio, les es secundario… mire alrededor suyo y verá que salir a aprovechar las oportunidades del mundo es lo correcto… Otro tema sin duda es que debemos vender productos de más valor agregado y que generan más riqueza, eso es diferente y no justifica encerrarnos. (O)