Hay diversos tipos de agnósticos y de ateos. 1.- Un tipo, guiado por una filosofía; está representado por el filósofo alemán Federico Nietzsche. Este filósofo alemán afirmaba y firmaba en vida: “Dios ha muerto”. En su epitafio se escribió: Nietzsche ha muerto. Firma Dios. 2.- Otros tipos, integrados por quienes adoran disimuladamente el dinero. No dan cuentas claras. Inmersos en el “relativismo moral” (Benedicto XVI), disfrutan la vida sin ninguna meta, sin un compromiso social, con camisetas de cambiante color.

Al reflexionar acerca de algunos de sus argumentos para negar la existencia o la acción de Dios, no pretendo negar los posibles valores humanos de numerosos ateos y agnósticos. Pretendo solo invitarlos a la coherencia, especialmente a los oportunistas: ¿Adónde vas, Clemente? Adonde la gente (con poder).

1.- El dolor humano en sus innumerables facetas, enfermedad, hambre, orfandad, ignorancia, emigración, guerras, racismo, es premisa del argumento para negar la existencia de Dios. Este es su argumento: los creyentes dicen que hay Dios; al mismo tiempo dicen que “Dios es amor” (Juan 4,16). Argumentan: Si Dios existe y si Dios es amor, no puede haber dolor. ¡La existencia del dolor es evidente. Ya que hay dolor, no hay Dios! Si hubiera Dios, no habría dolor. El argumento de no creyentes y de agnósticos se robustece con la afirmación de los creyentes, según la que hay un dolor eterno; lo que se llama infierno.

¿Cómo entender que Dios, que es amor, permita la existencia del dolor, peor aún, del infierno? Parece, pero no es contradictoria, la respuesta: Permite, precisamente, porque Dios es amor. El amor es esa relación libre entre el que da y el que recibe. El don se ofrece, no se impone; se recibe libremente, como expresión de gratuidad. Amor y libertad son inseparables. Si Dios impusiera su don contra nuestra libertad, dejaría de ser amor, dejaría de ser Dios. Añado: Dios no solo ofrece una y otra vez su don; está junto a nosotros, ayudándonos una y otra vez; pero sin llegar a imponernos. Es difundida la imagen, inspirada en el Apocalipsis 3,20: Jesús golpea a la puerta, esperando que le abran, para entrar y festejar. ¡Dios no entra, pateando la puerta!

2.- Hay imaginaciones falsas, nocivas de la presencia de Dios en la historia: a). Esperar todo de Dios, sin el concurso humano. Los que ignoran o quieren ignorar que Dios cuenta con nosotros trasladan esta actitud irresponsable a la sociedad temporal y son la materia prima de totalitarismos. b). Actuar “como si gustara a Dios” la permanencia y, peor aún, el ensanchamiento de la brecha entre ricos y pobres en la tierra. Opio dios dice: “En el cielo se borrarán y compensarán las diferencias”. Somos colaboradores de Dios en la creación que continúa. La fe cristiana es dinamismo transformador; la tierra es el camino, en el que se prepara el cielo. c). Igualdad no es necesariamente uniformidad. Los que cultivan la igualdad en la diversidad se mantienen alejados de la demagogia. Dios cuenta con el esfuerzo humano. (O)