Tiene que ver con los ejemplos buenos o malos.

El proponer resúmenes de la vida de ciertas personas que han alcanzado notoriedad y trascendencia social positiva durante su vida y a veces, particularmente, al momento de su muerte, ha sido un elemento importante utilizado básicamente en los periodos de formación de las personas, especialmente durante la niñez y juventud, aunque nunca es tarde para admirarse del comportamiento positivo de una persona, desear y procurar emularlo.

Pero también las conductas transgresoras de reglas y convenciones sociales pueden ser atrayentes y sugestivas, por contestatarias y a veces vías expeditas hacia el triunfo en ciertos ambientes sociales, donde las exigencias existenciales o culturales vencen resistencias religiosas y éticas, especialmente cuando el inmediatismo es lo primordial, o lo inmediato, real y palpable bloquea los ideales de honor y honradez.

Por otra parte, como las historias personales pueden ser conocidas o desconocidas por los familiares, parientes, amigos, vecinos o conciudadanos, hemos de preguntarnos qué o quién decide que el manto del olvido envuelva a tantos seres humanos, de quienes no queda huella alguna o significativa, para conocimiento, análisis y valoración que corresponde a todo ser humano.

¿Cuántos rasgos maravillosos de personas que, en este mismo momento, usted recuerda con alegría y satisfacción dejarán de conocerse por los demás y así su memoria no será estimada ni emulada?

Porque, y este es un elemento importante, la emulación del bien obrar es un incentivo que debería ser constante en la formación de la conciencia moral de las personas.

Por eso deberíamos plantearnos qué es lo que necesitamos, como sociedad ecuatoriana, sembrar en el espíritu de nuestros habitantes: ¿Admiración o envidia por lo que son y tienen otras personas? ¿Rencor o magnificencia?

¿Debemos enseñar a emular en buena lid o a competir con los demás, con cualquier tipo de armas y patrañas?

¿Soy más cuando otra persona se abate moralmente o todos perdemos y debemos empeñarnos en recuperarla?

Considero que debemos ir a los principios primeros y me parece que es una excelente vía el proponer a consideración pública la historia personal de quienes se han destacado en su vida personal y social como hace la Iglesia católica con quienes ha proclamado beatos o santos, exponiendo sus virtudes y renuncias, como también con algunas de aquellas personas que los formaron o colaboraron para que las practiquen.

Zenit.org diariamente pone a consideración de sus lectores en su página web interesantes y estimulantes biografías.

Tal vez la Academia Nacional de Historia podría preparar y publicar, por internet o en los periódicos del país, didácticas síntesis biográficas de compatriotas, destacando sus esfuerzos y realizaciones, encaminados al bien común.

También podrían hacerse publicaciones periódicas tipo Vidas ejemplares, que se editaba en México, para que, mediante textos y figuras pudiéramos conocer, lectores de ese país y América Hispana, las estimulantes historias de los santos.

Pero como hay más vidas estimulantes, incluso cerca de nosotros, ¿qué vamos a hacer? ¿Impulsaremos su publicación? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)