Durante los nueve años de la revolución ciudadana han ocurrido situaciones inéditas en la historia contemporánea. Son tantas que a ratos nos olvidamos de algunas muy importantes. Por ejemplo, recordemos que el texto de consulta popular para convocar a una Asamblea Constituyente, impulsado por el recién posesionado presidente y aprobado por el entonces Congreso Nacional, fue modificado al momento de presentarlo al Tribunal Supremo Electoral, dotando a la Asamblea Constituyente de poderes de “transformación”, más allá de la expedición de una nueva Constitución. Y a pesar de ello fue aprobado por el Supremo Electoral, en el que gracias al alineamiento del vocal de Sociedad Patriótica y del PRE, el Gobierno consiguió la mayoría necesaria para iniciar el proceso que hoy vivimos. Y que debido a que el TSE actuó contra la Constitución al aprobar un texto diferente al aprobado por el Congreso, este último lo destituyó. Y que alegando encontrarse en periodo electoral, el TSE considerándose máxima autoridad destituyó a los 57 diputados que votaron por la destitución del TSE. Y en su lugar fueron posesionados sus suplentes, tristemente recordados como los “diputados de los manteles”. Recordemos también que los 57 diputados destituidos demandaron la evidente y grotesca inconstitucionalidad de su destitución ante el Tribunal Constitucional, que resolvió aceptar la demanda y declarar la inconstitucionalidad de la actuación del TSE, razón por la que corrió igual suerte que los 57 congresistas, a manos del todopoderoso TSE, con la protección de la fuerza pública y bajo la amenaza agresiva de muchos movimientos de izquierda que hoy son oposición. De aquellos que tienen la audacia de decir que el actual no es un gobierno de izquierda.

Así, de golpe y porrazo, el Congreso Nacional, el Tribunal Supremo Electoral, el Tribunal Constitucional, y luego de la consulta popular, el resto del Estado, a través de la Asamblea Constituyente de plenos poderes que se encargó de liquidar cualquier rezago de independencia institucional que quedaba, con excepción de algunos gobiernos seccionales, se alineó al proyecto político de la revolución ciudadana.

Hago referencia a esta importante secuencia de hechos con motivo de las enmiendas constitucionales que la Asamblea Nacional pretende aprobar esta semana, y que contienen la novedosa incorporación de dos transitorias y otras modificaciones realizadas por la Comisión a cargo del tema, las cuales no han pasado por la revisión y aprobación de la Corte Constitucional, situación que genera el natural temor, por parte de la oposición, de que una vez aprobadas por la Asamblea, las transitorias sean desechadas por la Corte Constitucional, bajo el argumento de que dichos textos no pasaron por su aprobación previa.

Como podrá apreciar, amable lector, no hay nada nuevo en el horizonte. Lo que está por concretarse mañana en la Asamblea Nacional y en las próximas semanas y meses, a mi juicio, es incluso menos grave que lo ocurrido entre 2007 y 2008, y que traigo a vuestra memoria en este artículo.

La diferencia entre 2007 y hoy es el indiscutible desgaste del proyecto político y la delicada situación económica del país.

Por lo demás, será una raya más al tigre. (O)