Es evidente que la producción agropecuaria atraviesa un difícil momento confuso, ineficiente, con pocos aciertos y errores e incertidumbres que agudizan la marginación de algunos segmentos sociales, y provocan deterioro especialmente en el minifundio (hasta menos de cinco hectáreas).

La actividad agrícola se agrava más, desde diciembre de 2014 cuando los ingresos petroleros ($ 59,5/barril) comenzaron a descender, así como el debilitamiento actual de los precios de las materias primas (commodities), todo lo cual influye en más desempleo y conduce a un peligroso estancamiento.

Tal vez lo más grave –a mi modo de ver– es que asesores sin experiencia en políticas agrarias, quieren persuadir de que todo está bien para tratar de ilusionar; pero entendidos en el tema de la agricultura manifiestan que más allá de la apariencia de “éxito” está la falta de resultados.

Lo que más inquieta parece ser la promesa de prosperidad que se incumple; parecería que se desvía la atención a las necesidades siempre crecientes de los campesinos.

No tiene justificación limitar el desarrollo, la iniciativa y sofocar la inversión privada.

La colectividad observa los niveles de vida que van cambiando drásticamente en el transcurrir del tiempo, sin crear riqueza y distribuirla a través de más empleos.

Opino –por lo tanto– que no podemos ser ajenos a la falta de apoyo al agro.

Tenemos que corregir el rumbo, por una nueva estructura, siempre con el concurso de los empresarios, agricultores y expertos agrícolas nacionales para poder compartir y debatir soluciones que sean realistas y productivas; puesto que el agro es un problema no resuelto y los campesinos depositan las esperanzas en el poder transformador para tener una mejor sostenibilidad alimentaria, un crecimiento de los ingresos per cápita; mitigar los impactos de los niveles de la pobreza y de la desigualdad; alcanzar una economía sustentable y solidaria; avanzar a cimentar verdaderamente la equidad; dar una estabilidad a los inversionistas; tener mejores medios de una vida que sea sostenible.(O)

Fulton Quintana Cabrera, ingeniero agrónomo, Guayaquil