Nuestro invitado
Juan Falconí Morales

La Organización Mundial del Comercio realizará su Décima Conferencia Ministerial en Nairobi, Kenia, en el mes de diciembre de este año. Es la primera conferencia que tendrá lugar en un país africano; sigue, a los dos años, a la celebrada en Bali, Indonesia, que tuvo resultados limitados en la práctica a una controvertida aprobación del Acuerdo de Facilitación del Comercio, que necesitará todavía algún tiempo para ser puesto en práctica.

El director general de la OMC, el brasileño Roberto Azevedo, señaló hace poco que 2015 es un año muy importante en el calendario del desarrollo sostenible, pues se discuten a nivel multilateral los nuevos objetivos de desarrollo sostenible, su financiación y el futuro del clima, en cuyo marco el debate sobre el comercio tiene un papel relevante.

Desde la creación de la OMC en 1995, unos dos tercios de la reducción de la pobreza se deberían al crecimiento económico de los países en desarrollo y el comercio habría sido el gran motor de ese crecimiento. Se estima que el comercio es un medio para lograr la reactivación económica y que ofrece oportunidades a los países en desarrollo, cuya participación en el comercio mundial va en aumento (cuatro de cada cinco miembros de la OMC son países en desarrollo).

La parte de los países en desarrollo en el comercio mundial de mercancías ha pasado del 27% en 1995 a más del 43% en la actualidad. En el comercio de servicios comerciales, ese porcentaje ha aumentado en torno al 25% a alrededor del 35% durante el mismo periodo.

Azevedo anota que a escala multilateral hay ahora dos objetivos: primero, seguir aplicando las decisiones adoptadas en Bali; y, segundo, continuar con el Programa de Doha para el Desarrollo. Hay conciencia de que los aspectos clave de la Ronda de Doha, agricultura, productos industriales y servicios tienen demasiado tiempo sin mostrar progreso alguno en las negociaciones.

En el ámbito de los servicios, por ejemplo, esto ha llevado a que un grupo de países, liderados por los desarrollados, intenten avanzar en su liberalización –que representa un 25% del comercio mundial–, en un grupo objetivamente aparte del esquema multilateral, el denominado TISA, que rompe con los esfuerzos colectivos por un avance concertado de los compromisos en la OMC y que, al menos en el caso del Ecuador, impondría algunas restricciones, visto el escenario que se experimenta en la coyuntura. Resultaría difícil hacer compromisos de largo plazo, también en materia regulatoria, en medio de las variaciones e incertidumbre de la economía internacional, que ha tenido efectos de orden diverso en el plano interno.

Como fuere, más allá de las expectativas sobre Nairobi 2015, que apuntan a lograr un consenso que reactive las negociaciones en general, favoreciendo sobre todo a los países en desarrollo y a los de África en particular, al menos si se hacen progresos, sobre todo en materia de agricultura, es hora de enfrentar el comercio y los compromisos multilaterales con objetividad. El mundo actual, incluso en medio de la desaceleración que se experimenta, es un mundo de interacción general.

Nadie podrá desconocer que los países acuden, por ejemplo, a fuentes de financiamiento externas. Los mercados financieros prefieren aquellos países que garantizan un relacionamiento transparente. Las políticas económicas autónomas y soberanas pueden preservarse, en medio incluso de las crisis, con prudencia y sin excesos. En materia comercial esto es posible y factible.

Pero, la mayor y mejor integración al mundo a través del comercio –que tiene implicaciones sobre el desarrollo de las naciones– demanda opciones de negociación soberana de las normativas, que reconozcan las asimetrías de los países. Y esto se logra solo si hay unidad. Y si hay, evidentemente, proactividad.

La presencia del Estado no debe determinar necesariamente la desaparición del mercado: a los mercados les corresponde un papel específico, que debe ser vigilado por lo público, con coherencia. Esto demanda un esfuerzo por la institucionalidad, porque el éxito de las políticas de desarrollo –uno de cuyos puntos gravitantes, una vez más, es el comercio internacional– depende de la fortaleza de las entidades públicas y de la cooperación de los gremios privados agrupados detrás de un proyecto nacional en el que cada una de las esferas de lo social, públicas, privadas y de mercado, cumplan sus objetivos de forma coordinada.

La mayor integración y más comercio serán en los próximos años variables determinantes de las tendencias del desarrollo. Tal vez eso no lo vemos en la coyuntura. Por ello Nairobi 2015 es una opción clave. Difícil de lograr, pero que podría tener un profundo significado futuro para el mundo en desarrollo. Definitivamente es preferible el multilateralismo a los acuerdos bilaterales o selectivos. El mundo asiste a una proliferación de acuerdos segmentados, precisamente por el estancamiento de las iniciativas multilaterales. El Trans Pacific Partnership es de los últimos, cuyas consecuencias aún no han sido dimensionadas, al menos en el caso de Ecuador.

Decía Keynes: “...El problema político de la humanidad consiste en combinar tres cosas: la eficiencia económica, la justicia social y la libertad política”. Y es precisamente de la justeza y calidad de esa combinación de lo que depende el bienestar social, en sentido amplio. Bienestar social que a su vez se vincula, según Keynes, a la visión e impacto de las políticas públicas para concretar el progreso, en el marco de economías de mercado, no de economías que funcionarían bajo cualquier otra modalidad.

La mejor repartición-redistribución, en un sistema en el cual reconocemos su propensión a la generación de desigualdades, deriva de la consecución de esos equilibrios, bajo prescripciones precisas. El comercio tiene que ver en mucho con lo señalado. De ahí que integrar a todos los participantes del mismo, estado, empresarios y trabajadores, es fundamental, bajo el denominador de la innovación y la mayor equidad.

Nairobi 2015 debería también considerar estos objetivos. Imperiosamente. La Décima Conferencia Ministerial pondrá a prueba nuestras capacidades y, sobre todo, la relacionada con la generación de consensos de orden múltiple. (O)

La mayor integración y más comercio serán en los próximos años variables determinantes de las tendencias del desarrollo.