En general se tiende a distinguir el gasto público (corriente o inversión) de los subsidios. Puedo estar errado, pero yo no veo diferencia, simplemente son dos maneras para el Gobierno de dar algo a la gente. Todo gasto es un subsidio para alguien. La diferencia es que hay gastos/subsidios buenos y malos. Hay buenos como una escuela o centro de salud gratuito para gente pobre (subsidio a los niños o familias), o una carretera útil sin peaje (subsidio a los que transitan… aunque sería mejor cobrarles). Hay malos como una refinería que ni arranca ni arrancará (subsidio a las compañías constructoras … o a otros), un ministerio que nada aporta sino complica la vida (subsidio a los que ahí trabajan)… y por supuesto subsidios en los combustibles que son obviamente malos por varias razones: contrabando (subsidio a países vecinos y contrabandistas), mal uso de recursos porque se consume más y peor de lo que haría con precios de mercado (subsidio al usuario de auto, piscina, empresario, consumidor) y además en gran parte ni siquiera llega a la gente más pobre.

Por eso se propone eliminarlos y el Gobierno ha empezado a hacerlo con la gasolina extra (despacio), la súper (más rápido… y quizás sin sentido pasándose incluso más allá del precio de mercado) y el diésel para empresas. Yo me permito insistir en lo dicho desde hace años: si se elimina el subsidio a los combustibles (a todos, no solo los que son políticamente justificables, solo dejando una focalización para la gente más pobre), hay que compensar con la baja equivalente de otros impuestos, porque si no solo damos más recursos para mantener un aparato estatal excesivo, ineficiente e inútil para la sociedad. Caso contrario, yo prefiero mil veces que el dinero quede en manos de la gente que siempre le dará mejor uso, peor aún cuando se ve claramente que lo anunciado estos días tiene un claro sesgo político “y contra algunos”, la súper “por los autos de los ricos”, el diésel de empresas “porque las cámaras pidieron eliminar subsidios”, el ánimo revanchista a nada lleva peor aún cuando las empresas (creadoras de empleo y riqueza) ya están sometidas a otros impactos fuertes.

Esta necesidad de focalizar subsidios es parte, por ejemplo, del conjunto de propuestas de un Grupo de Economistas Ecuatorianos alrededor de la Universidad San Francisco de Quito. Ellos abren la puerta a un debate nacional en todas sus dimensiones: subsidios, excesivo gasto público, financiamiento del déficit fiscal, la manera de elaborar presupuestos de forma sostenible, venta de activos del Estado, moratoria normativa porque ya hay exceso de regulaciones y leyes, apoyo a la dolarización, empujar acuerdo comercial con Europa y con otras regiones, limitar el uso del dinero electrónico, eliminar costos, impuestos y controles excesivos para la inversión (como las salvaguardias o el Impuesto a la Salida de Divisas), apoyar la fortaleza del sistema financiero, flexibilidad laboral, etcétera. Es una propuesta muy valiosa, que el Gobierno debería escuchar (…) y a la que deberían aportar ideas y polémica todos los ecuatorianos. (O)