¿Se han fijado alguna vez en que existen días conmemorativos de los más variados temas y motivos? Algunos como el Día de la Madre, el del Padre, el de los Enamorados, el del Niño, son muy conocidos, están institucionalizados y se han convertido en fechas que propician el movimiento comercial. Otros, no son muy conocidos, pero los hay, de todo tipo, por ejemplo, el Día Mundial de Patrimonio Audiovisual, del Bastón Blanco, de la Alfabetización, del Reciclaje, de la Poesía, del Suelo, de las Bibliotecas, del Clima, del Saludo, de la Publicidad, de la Diversidad Biológica, de las Aves Migratorias, de la Hamaca, del Pánico, del Aliento Fresco, del Trabalenguas, del Helado. También hay los días en contra de la homofobia o el tabaco, por ejemplo.

Conversando con una amiga sobre el tema, ella dijo: “Sí, pero no hay el Día de la Decencia”. Desde entonces pienso de qué manera se podría celebrar una jornada dedicada a la decencia, más aún si la celebración fuera universal.

Decencia significa: recato, compostura, honestidad, dignidad en los actos y en las palabras. Significa honradez, rectitud en el sentido más amplio de la palabra, honradez que se expresa en el comportamiento, en lo que se dice y en lo que se hace y en la coincidencia entre ambas acciones. Es también un valor ético que se manifiesta en el reconocimiento y respeto de la dignidad personal y la de los demás. Es lo que hace que se actúe siempre con respeto a los derechos fundamentales de todos los seres humanos, por eso siempre está en relación con los otros y para los otros. Por ejemplo, no es decente desconocer el derecho de los otros a pensar, decir y participar en la vida colectiva, tampoco lo es no asumir la responsabilidad de los propios actos y culpar a los demás y, en la vida cotidiana, no es decente irrespetar las filas ante una ventanilla, no es decente burlarse de las personas, no es decente faltar a la palabra, no es decente no pagar las deudas, no es decente perjudicar a otros en provecho propio.

En este punto no es difícil preguntarse cómo combinar decencia con política. La política entraña conflicto, antagonismo y muchas veces lleva a la polémica y a buscar vencer al otro y a menudo los protagonistas se extralimitan. Recuerdo haber leído una entrevista a Óscar Arias, expresidente de Costa Rica y premio nobel de la paz, la pregunta era, precisamente, cuál es el secreto para ser decente y ser político al mismo tiempo, la respuesta fue “mantenerse siempre dentro de los límites de la política y lo político”, si lo pensamos bien, ciertamente, quien así obrara estaría vacunado contra el mal uso de los fondos públicos y no se le ocurriría referirse despectivamente, ni burlarse, ni perseguir a sus opositores, ni rehuir sus responsabilidades, ni encontrar las culpas, siempre en los demás, es decir, actuaría decentemente.

Pensemos en lo bueno que sería celebrar el Día de la Decencia en la política nacional e internacional, ¿lo imagina? Mejor aún, pensemos en lo bueno que sería celebrar nuestro Día Personal de la Decencia. (O)