Las palabras deben expresar la realidad, en sus causas y sus vivencias. También las propuestas para mejorarla o enfrentarla, en sus crisis o en sus riesgos.

Hay quienes en su creatividad se adelantan a los tiempos. Mucho bien le han hecho a la humanidad.

Pero también hay quienes se apartan de la realidad y presentan visiones –mejor sería calificarlas de versiones–, a veces con intención de engañar o desviadas intenciones, y otras por simplemente huir de la realidad. Lo malo es que cuando es este el comportamiento, al deformarse la realidad, sin la adecuada orientación de cómo enfrentarla, sus consecuencias pueden volver más dañosa a la realidad.

Y si las versiones para engañar o para huir de la realidad son potenciadas por publicidad, los efectos serán peores.

Leí en la entrega del 1 de octubre de El Observador que editan semanalmente los Benedetti –Xavier y Juan Xavier– y Radio Centro, una frase de Albert Einstein: “Una pregunta a veces me tortura: ¿estoy loco yo o los locos son los demás?”. Todos debemos hacernos esa pregunta.

‘Showroom’

Ruth del Salto, en este Diario, usó la palabra para relatar lo acontecido en la ONU, en la semana que se inició el 28 de septiembre. Los jefes de Estado/Gobierno, o quienes los representaban, de 193 países miembros hablaron en la Asamblea Ordinaria –el Vaticano y Palestina no son miembros, sino observadores, pero también participaron y con mucha fuerza– en el setenta aniversario de la Organización. Algunos, los de las potencias y de los países que han hecho o están haciendo noticia internacional los meses y días recientes, generaron un gran despliegue informativo. Otros por cumplir la ritualidad.

El presidente Correa lamentó que le hicieron esperar cerca de dos horas y lo colocaron penúltimo el día que le asignaron.

Más que realismo y propuestas de soluciones para los factores de crisis en los países, en las regiones y en el orden universal, se escucharon las versiones de los gobernantes sobre lo bien que actúan y por qué sus problemas son causados por grupos de oposición, tachando además la vinculación de estos con poderes externos.

Fuera del escenario del showroom, el Gobierno cubano con Raúl Castro a la cabeza buscó superar el discurso hacia la formalización real de intercambio e inversiones con Estados Unidos y los países de la Unión Europea, o sea con los países capitalistas por décadas ausentes de la Isla, por el bloqueo norteamericano. Grecia busca mejores términos con los países capitalistas, después de la terrible experiencia del “corralito”, cuando estaba en duda si permanecía el país dentro del mercado del “euro” o salía de este, primando la sensatez de no salir de la Unión Europea y del euro.

Ecuador, Venezuela y Bolivia, con fuerte discurso anticapitalista y antiimperialista, priorizaron lo ideológico en sus intervenciones y reuniones en Nueva York.

La única visión ideológica

Los mismos días a fines de septiembre en Quito se realizó el ELAP –encuentro de partidos y movimientos que asumen ser progresistas de izquierda–, convocado por Alianza PAIS.

Las intervenciones fueron múltiples, todas anticapitalistas y antiimperialistas. Julián Assange, por videoconferencia, desde la Embajada del Ecuador en Londres, propuso fortalecer la tesis de “la única visión ideológica”.

Se cuestionó severamente la creación del bloque regional de la “Alianza del Pacífico”, formada por Perú, Colombia, México y Chile, que a su vez están en la integración de la Corporación Económica Asia Pacífico (APEC) con Canadá, Estados Unidos, Rusia, Japón, China, Corea del Sur, Hong Kong, Nueva Zelanda, Australia y Papúa Nueva Guinea, supuestamente por estar dominada por Estados Unidos.

Se condenó la afectación cultural que significa la universalización de Facebook, Twitter y Google que “han absorbido a la ciudadanía del mundo, menos a China”, lo que vuelve vulnerable sus usos “accesibles para la estructura de información norteamericana”. En China los accesos a sistemas de trasmisión por internet están condicionados y limitados.

Pregunto: ¿queremos en el Ecuador una sociedad como la cubana mediatizada en la línea de la pobreza, en su caso por el bloqueo norteamericano?, ¿estamos por “la única visión ideológica?, ¿no superamos la intoxicación antinorteamericana?, ¿en el siglo XXI, queremos ser como China sin sistemas de libre trasmisión por internet, Facebook, Twitter y Google?

¿Para ese encuentro habrá habido financiamiento público?

La realidad

El riesgo país del Ecuador al 1 de octubre de 2015, medido en función de su deuda, está en 1.498 puntos. El 16 de septiembre de 2015 estuvo en 1.299 puntos. Al inicio del Gobierno del presidente Correa, enero de 2007, estuvo en 184,74.

El promedio de la región está por debajo de 500 puntos, excluyendo a Ecuador, por las cifras indicadas, y a Venezuela que está sobre 3.000 puntos.

¿Por qué?: Por la caída del precio del petróleo y por el pésimo manejo del endeudamiento, incluida la ficción de pago anticipado de petróleo por exportar, constituyendo así una especie de prenda de petróleo, con castigo y pagando intereses. También por los elevados intereses –aun entre el corto y el mediano plazo– a otros prestamistas, por resistirse a programas bien negociados con el FMI y con el Banco Mundial, a largo plazo y a bajas tasas de interés.

Hay angustia económica, seguro que sentida por el Gobierno, lo que se evidencia con algunos compromisos que está asumiendo, como el de flexibilizar el impuesto a la salida de divisas, a nuevos ingresos de estas –realmente el impuesto resulta a los ingresos de divisas, porque serán pocos los que traigan divisas si su retorno o es severamente castigado tributariamente o está en riesgo de no ser posible, de percibirse el riesgo de la desdolarización–.

Bien que también se flexibilice la satanización de los países de menor tributación metidos en una sola canasta con los paraísos de membretes para la elusión tributaria. Hay inversionistas que sus oficinas para invertir las tienen donde hay menos tributación.

Bien por proponer alianzas de inversión pública y privada.

Pero, hay que tomarle el pulso día a día a la economía, con realismo, para decisiones que no pueden esperar.

Hay que generar confianza con menos fraseología y más acercamiento para soluciones.

Hay críticos del Gobierno que dicen “se hunde el Gobierno”. Mi respuesta es “no hay que permitirlo, hay que remar para que no se hunda”. Si el Gobierno o los sectores privados caen en imposibilidad de pagos, nos hundimos todos. ¿De esto, tendrán conciencia los que hablan demasiado? (O)

Albert Einstein: “Una pregunta a veces me tortura: ¿estoy loco yo o los locos son los demás?”. Todos debemos hacernos esa pregunta.