Según las cifras más recientes del Banco Central del Ecuador, este año la economía ecuatoriana crecerá un escaso 0,4%. Si se considera que el INEC estima que la población crecerá en 4,8%, este año ese crecimiento será negativo “por cabeza”.

La caída del precio del petróleo en una economía que todavía depende considerablemente de esta exportación para su crecimiento sería un golpe para la economía sin importar qué moneda tengamos. Basta con mirar la desaceleración o contracción del crecimiento en otros países con moneda propia y también dependientes de recursos naturales como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú, Venezuela, etcétera. Pero esto no tiene por qué significar “crisis” o “recesión” inminente, particularmente si gozamos del control de la inflación que brinda la dolarización y mucho menos si el Gobierno nos permitiera gozar de la integración financiera que podría resultar de la misma.

Mientras que para Ecuador se habla de una posible recesión, en Panamá las proyecciones de crecimiento están entre un saludable 5,5% y 6,2%. Para El Salvador las estimaciones oscilan entre un mediocre 2% y 2,5%. La dolarización no es garantía de un crecimiento sano, pero vemos que incluso con un dólar que se aprecia es posible para una economía dolarizada obtenerlo.

Se suelen descartar comparaciones con la economía panameña dado que se le atribuye demasiada importancia al ingreso generado por el canal de Panamá y por el sistema bancario internacional.

Sin embargo, lo primero no tiene tanta importancia como se le atribuye. Según el informe anual de 2014 de la Autoridad del Canal de Panamá, durante los primeros quince años de administración del canal, este ha aportado a la economía del país 18.000 millones. Desde 2007, que se inició la expansión del canal, este ha aportado directamente al fisco $ 7.230 millones. Lo que aportó directamente e indirectamente a la economía en el año 2014 ($ 2.717 millones) equivale a 6% del PIB. Lo que aportó al fisco ese año ($ 1.030 millones) no alcanza ni para cubrir lo que el Estado panameño presupuestó gastar en subsidios (1.473 millones).

Compare todo eso con nuestra bonanza petrolera. Según cálculos del Banco Central del Ecuador, el fisco recibió entre 2007 y 2014 por concepto de petróleo

$ 72.543 millones. Solo en 2014 aportó al fisco $ 10.905 millones, es decir, 10,8% del PIB, superando lo que el canal de Panamá aportó directa e indirectamente a la economía en ese mismo año.

Lo que distingue a Panamá del Ecuador y de El Salvador es que tiene un importante sistema bancario internacional que le permite ser un imán de capitales y asegurar la liquidez de su economía. No siempre fue así. Hasta 1970 y a pesar de haber estado dolarizado por siete décadas, el sistema financiero panameño era similar al actual del Ecuador: apenas 23 bancos (los ecuatorianos contamos con 28). Hoy los panameños tienen acceso a 80 bancos nacionales y extranjeros.

¿Por qué Panamá ha crecido a una tasa promedio entre 2007 y 2014 de 8,7% mientras que Ecuador y El Salvador solo a un 4,2% y 1,3%? Sospecho que la integración financiera, sumada a la ausencia de populismo al estilo tradicional en otras áreas de la política económica, podrían explicar esta importante diferencia. El populismo tradicional sale caro, incluso en dolarización. (O)