En una rueda de prensa, el concejal de Quito Antonio Ricaurte anunció su retiro de la entidad. Dijo que por el “lamentable circo que se armó” y porque en medio de la situación se encontraba su familia, “que es lo más sagrado”, había tomado la decisión.

Hablaba del video que llegó a las redes sociales y recorrió el país, en el cual se refería en duros términos a una concejala con la que, supuestamente, habría tenido una relación sentimental. La aludida le inició una acción legal y los comentarios, de todo tipo, hacían difícil la convivencia y creaban tensión en el Municipio de Quito.

Posiblemente, la renuncia del concejal Ricaurte permita que el ambiente de serenidad, tan necesario en las instituciones públicas, vuelva al Cabildo capitalino.

El episodio actualiza la discusión acerca de si los asuntos de la vida privada de los personajes públicos pueden afectar su imagen, y parece que la lección que deja es que más allá de eso, a veces, hacen daño a la imagen de las instituciones y obstaculizan el cumplimiento de su misión. (O)