Tras su viaje a Estados Unidos, después de visitar Cuba, el papa Francisco estará de vuelta en el Vaticano y quienes lo oyeron directamente o a través de los medios que proporciona la tecnología tendrán mucha materia de reflexión.

Sus grandes preocupaciones fueron expresadas en los distintos escenarios en que pronunció sus discursos. Lo hizo en diferentes idiomas y tonos, según la circunstancia. Y el lenguaje sencillo que utiliza para expresar pensamientos y sentimientos profundos no disfraza su tono de severidad cuando trata algunos temas.

Sus preocupaciones principales fueron expresadas: la exclusión en sus diversas manifestaciones, la inequidad, la necesidad de cuidar el medioambiente, el derecho a la vida, el papel de la familia, el egoísmo colectivo que causa ambiciones descontroladas que destruyen el mundo y, sobre todo, la necesidad de respetar la dignidad y los derechos humanos. Lo dijo textualmente: “Ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de agrupaciones sociales”.

Los líderes reunidos en la Asamblea General de las Naciones Unidas lo aplaudieron de pie, largamente. La pregunta es ¿cuán largas serán la reflexión y la acción que se deriven de lo escuchado? (O)