La reciente crisis binacional entre Venezuela y Colombia ha permitido que se ponga en serio cuestionamiento la posibilidad de la Patria grande, en referencia a ese sueño ideal de integración colectiva que permitiría que las naciones latinoamericanas caminaran sólidamente integradas en un sendero de paz y armonía. Resulta interesante recordar las innumerables ocasiones en las que Rafael Correa ha citado la Patria grande, al señalar que es hora de consolidarla de forma impostergable, y agregar que “la Patria grande ya no es solo un sueño de nuestros libertadores, sino la única forma de conseguir nuestra segunda y definitiva independencia”, y que es “una necesidad de supervivencia, un escudo contra la explotación, contra el neocolonialismo”.

Se discute desde el punto de vista histórico la relevancia que ha tenido la idea de la Patria grande desde la época de la lucha por la Independencia hasta nuestros días, advirtiendo que fue Simón Bolívar quien tuvo la propuesta inicial respecto de la creación de una unidad política, una gran nación que incorporaría todos los territorios liberados, pretendiendo “formar de todo el mundo nuevo una sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes con el sí y entre todo. Ya que tienen un origen, una lengua, unas costumbres y una religión, América debería tener un solo gobierno que confederase los siguientes estados que hayan de formarse”. Desde ese entonces, la meta de la Patria grande ha sido interpretada bien como un hermoso sueño de integración, bien como una muletilla política, pero en todo caso su propuesta no ha escapado a esfuerzos y desaires.

Desde Eduardo Galeano con su La Patria grande es memoria y esperanza: “También nos anuncian otro mundo posible las voces antiguas que nos hablan de comunidad. La comunidad, el modo comunitario de producción y de vida, es la más remota tradición de las Américas, la más americana de todas: pertenece a los primeros tiempos y a las primeras gentes, pero también pertenece a los tiempos que vienen y presiente un nuevo Mundo. Porque nada hay menos foráneo que el socialismo en estas tierras nuestras. Foráneo es, en cambio, el capitalismo: como la viruela, como la gripe, vino de afuera”, hasta el propio papa Francisco en algún momento pidió recuperar “el sueño de la Patria grande” de los libertadores San Martín y Bolívar, el ideal de la gran nación latinoamericana se ha visto impulsado en los últimos años por el coincidente discurso de varios gobiernos de la región, al cual se ha impregnado una aparente necesidad de soberana dignidad.

Lamento señalarlo, pero lo que está ocurriendo en la frontera Colombia-Venezuela y el drama de miles de colombianos obligados a dejar suelo venezolano desmitifica el sueño de la Patria grande, convirtiéndolo en obsceno ejemplo de lo que le ocurre a un ideal cuando es vilipendiado por gobiernos tan patéticamente fetichistas como el de Nicolás Maduro, bajo la mirada alcahueta de regímenes amigos. En eso ha quedado la Patria grande, pero mejor sigan dando sus discursos. (O)