La riqueza (la económica) en sí misma es un bien; la pobreza (económica) en sí misma es un mal. Si la riqueza encierra al rico en autosuficiencia, en la falsa convicción de que es superior, es un mal. Si el pobre, al mismo tiempo que aprecia su yo, se abre a los otros, despierta y consolida sus potencialidades y encuentra espacio para su creatividad, hace bien. Un encerramiento actual se expresa en el “libreto” de la ALBA, que hay que recorrer caiga el que caiga. Conocen un color, desconocen el arco iris. A la raíz del encerramiento personal o colectivo están los prejuicios de autosuficiencia, menosprecio y exclusión de lo diverso.

Jesús corrigió el encerramiento de sus discípulos, molestos porque encontraron a personas que realizaban una obra buena sin ser “de los nuestros”. Les dijo: “Quien no está contra nosotros está con nosotros” (Marcos 9, 38-40). Prejuicio, autosuficiencia, exclusión no se encuentran solo en el diccionario; son elementos que dificultan el tejido social. Como para suprimir esos bichos que carcomen las plantas es necesario rociarlas con líquido mata malezas, así es necesario un veneno que mate la autosuficiencia y los prejuicios.

Nuestra sociedad ecuatoriana no se desarrolla, como podría, porque hay en ella bichos que chupan su savia: el prejuicio y la exclusión están tan hondamente enquistados que son estimados por algunos como la propia sangre. Probablemente numerosos ecuatorianos se enojarán leyendo el posible calificativo, racista, laicista. Se desahogarán diciendo: Es ligereza y superficialidad del articulista el afirmar que hay racismo grande o pequeño en el alma de los ecuatorianos. Este articulista –pensarán– pretende regresar a la inquisición, para que la religión sea el yugo que mantenga unido al Ecuador.

Invito a que, una vez desahogados, presten atención a las siguientes preguntas, y califiquen sus respuestas: 1.- Racismo: ¿Nos avergonzamos de utilizar el poncho u otras indumentarias identificadas como de los indígenas? ¿Nos avergonzamos por hablar quichua? ¿Hay aún hoy quienes cambian su apellido indígena? ¿Enseñan los padres su lengua quichua a sus hijos? ¿ Nos enojamos cuando alguien nos llama “indio”? 2.- Laicismo: Comienzo por distinguir una vez más laicidad de laicismo. a) Laicidad es un bien, es libertad ciudadana de tener una u otra religión; también libertad de no tener religión alguna. Todo ciudadano tiene en la sociedad iguales derechos y obligaciones sea cual sea su religión. La laicidad es un adelanto de la sociedad, en la que ya hay otros nexos de unidad, como medios de comunicación y lengua común. b) Laicismo es cercenar de la sociedad lo religioso. El laicismo tiene tres argumentos para imponerse en la escuela: 1) “La religión divide”. Actualmente una religión no es el único nexo de unión de los ciudadanos. Respetamos otras identidades, sin confundirnos. No revueltos, pero juntos. 2) Toca a los creyentes la catequesis, el cultivo de su credo. Es una verdad que no se opone a la instrucción religiosa general, base de la cultura de los pueblos. Indispensable en una instrucción integral. 3) El argumento que laicistas no quieren reconocer es el menosprecio de lo espiritual, una base de las virtudes cívicas. (O)