Ser nativo indica haber nacido en territorio de pueblos triviales, que estén regidos por sus propias costumbres o tradiciones y con una legislación especial. En el Ecuador los pueblos indígenas son casi el 33% de la población total del país. En la región Oriental están los kichwa, shuar, achuar, chachi, epera, huaorani, siona, secoya, awá, tsáchila y cofán, y zápara. Asentados desde hace unos 13.000 años, juegan un rol protagónico dentro de sus saberes ancestrales con una fuerte sabiduría medicinal herbolaria y espiritual. Son grandes trabajadores agrícolas y luchan por mantener la naturaleza defendiendo la soberanía de la Pacha mama y el yacu. Actualmente, estos derechos constan en la Constitución Política del Ecuador; en el artículo 1, el inciso tercero dice: “El Estado respeta y estimula el desarrollo de todas las lenguas de los ecuatorianos. El castellano es el idioma oficial. El kichwa, el shuar y los demás idiomas ancestrales son de uso oficial para los pueblos indígenas en los términos que fija la ley”; y el artículo 84, numeral 1, dice: “Mantener, desarrollar y fortalecer su identidad y tradiciones en lo espiritual, cultural, lingüístico, social, político y económico”.

En estos últimos días, Ecuador ha vivido un fuerte descontento social, en especial de los pueblos nativos, quienes han dejado su vivienda y trabajo para defender la soberanía de sus territorios y solicitar al Gobierno la derogación de enmiendas constitucionales impulsadas por el Ejecutivo; piden la derogación de una Ley de Aguas, el archivo de un proyecto normativo sobre la propiedad de la tierra, una auditoría de los grandes contratos estatales, el fin de la explotación minera y petrolera en nuevos territorios, el restablecimiento de un sistema de educación intercultural bilingüe y el libre ingreso a las universidades. A ellos se han sumado otras organizaciones clasistas, como los jubilados, médicos, abogados, maestros y la oposición política que se hace eco de todos los reclamos, solicitando se archive los proyectos de herencias y plusvalía y de reelección indefinida que propone el partido afín al gobierno para que sea aprobado por la Asamblea Nacional, lo cual viola la Constitución de la República del Ecuador.

Actualmente, apoyadas por el Gobierno, existen organizaciones paralelas clasistas de indígenas, grupos sociales e incluso en las Fuerzas Armadas, con la finalidad de disminuir su fuerza ideológica y activista, pero lo que ha conseguido es la unión y lucha de todo un pueblo por la libertad y la democracia en el Ecuador. Esto se ha visto en masivas manifestaciones en todo el país de todos los estratos sociales apoyándolos no solo en las calles, sino también a través de las redes sociales. El economista Rafael Correa debe de pensar en que el pueblo unido jamás será vencido; tarde o temprano sus propios colaboradores le darán la espalda, por cuanto la mayoría ha estado en gobiernos anteriores y sus intereses son mayores a una ideología política seudoizquierdista. Los militares que hoy lo apoyan por orden de sus superiores son de ascendencia indígena, también se sintieron afectados cuando realizaron un paro a nivel nacional por reclamar sus conquistas económicas y de honor. Es hora, como cabeza de este Gobierno, de que recapacite y derogue todas las enmiendas por la paz y la tranquilidad del país, los diálogos solo sirven para asentar los nombres de los participantes. ¡Por un Ecuador libre en democracia y soberano! (O)