Leyendo el artículo de cable (del campeón mundial de ajedrez Nigel Short, inglés, ‘¿El único pasajero a bordo?’; viernes 14 de agosto de 2015) de un señor que viajó solo en un avión, recordé una experiencia igual que experimenté en el año 2007 volando de Stuttgart a Ámsterdam, para hacer conexión con el avión que me traería a Ecuador.

Por un malentendido, la aerolínea canceló mi viaje a Ecuador, en lugar de cancelar solo la reserva que hice para el equipaje no acompañado, que pensaba traer. Al llegar al aeropuerto de Stuttgart me encontré con esa novedad, senté mi protesta, la aerolínea me comunicó que sí iba a volar, “como lo planificado”. Después fui llamada al counter para rectificar el número de la fila de asiento en el avión. Extrañada de no ver a más pasajeros en la sala, las azafatas me acompañaron al bus donde viajé sola y que me llevó al pie del avión, el cual abordé para enterarme con asombro de que era la única pasajera. El viaje a Ámsterdam lo pasé conversando con las azafatas quienes me explicaron que el avión de todas maneras tenía que ir a Ámsterdam, porque lo necesitaban para otro vuelo, y lo aprovecharon para que yo viajase a alcanzar mi conexión en esa ciudad. Tomé fotos de esa experiencia única. (O)

Nelly M. Lozada García, Guayaquil