Predomina entre la élite de analistas y políticos el miedo de que nos vamos a quedar sin dólares. Para justificar este miedo se suele citar la contracción atípica en los depósitos que ha experimentado el sistema financiero. Aunque esto es cierto, si uno observa indicadores más globales del circulante en la economía como la oferta monetaria (M1) y la liquidez total (M2), vemos que desde diciembre de 2014 hasta julio de 2015 estos no han variado mucho (M1 pasó de $ 18.695 millones a $ 18.640 millones y M2 de $ 40.104 millones a $ 39.760 millones). Incluso, la base monetaria –que incluye el dinero físico en circulación, caja del sistema bancario y las reservas bancarias depositadas en el Banco Central del Ecuador– ha aumentado durante el mismo periodo de $ 14.731 millones a $ 15.292 millones.

No obstante, lo que sí ha variado de manera significativa y lo que podría ser la principal causa detrás de la reducción de los depósitos y de la desaceleración económica es la restricción en la concesión de créditos por parte de los bancos. Esto lo sabemos viendo la desaceleración de los préstamos concedidos por la banca privada desde fines de 2014 y ahora último con la contracción de estos durante tres meses consecutivos (de mayo a julio).

Como explica el economista Steve Hanke, de John Hopkins University, en un sistema de reserva fraccional los bancos son los principales creadores del circulante, no los bancos centrales. De manera que, con moneda propia o dolarizados, una reducción en la concesión de créditos determina una caída en los depósitos y una desaceleración económica.

¿Por qué están prestando menos los bancos? Hay varias razones. Una es que desde hace algunos años el gobierno los obligó a repatriar gran parte de los fondos que mantenían en el exterior y depositarlos en el Banco Central del Ecuador. Luego, la Super Junta autorizó al BCE invertir en bonos del Estado ecuatoriano y en la banca pública más de $ 3.000 millones de la Reserva Internacional (que incluye parte de las reservas bancarias). Estas operaciones aumentaron, según el exministro de Finanzas de El Salvador Manuel Hinds, dos riesgos en el sistema financiero ecuatoriano: el de solvencia y el de liquidez. Hinds explica: “El riesgo de solvencia se refiere a que Ecuador no pueda pagar sus obligaciones, o por lo menos en la misma moneda (dólares) en las que fueron contraídas... El riesgo de liquidez se refiere a que los bancos no puedan vender rápidamente sus tenencias de bonos del Gobierno de Ecuador, al mismo precio al que las compraron, para atender a retiros de los depósitos de los bancos”.

Otras causas incluyen distintas medidas tomadas y anunciadas por el Gobierno como las salvaguardas, la continuación del impuesto a la salida de las divisas, el aumento a los impuestos sobre la herencia y la plusvalía, y las enmiendas constitucionales en medio de protestas a nivel nacional en contra de estas. Súmele a todo esto la potencial erupción del Cotopaxi y El Niño, la continua caída en el precio del petróleo y las temerarias declaraciones del presidente lamentando no tener una moneda devaluable.

El problema no es la dolarización, es la incertidumbre generada por un Gobierno que se niega a reducir el gasto público hasta un nivel sostenible y no genera la confianza para atraer inversiones. (O)