Caminaron largas jornadas desde el sur del país, atravesaron varias provincias y en el recorrido se unieron otros. Ahora se han sumado los que llegaron desde el norte hasta la capital de la República y representantes de distintos movimientos. Todos tienen en común la necesidad de plantear sus inquietudes respecto de algunos aspectos y decisiones de la conducción del país. Han hecho un gran esfuerzo y han anunciado que lo seguirán haciendo. Los pueblos indígenas y otros colectivos ciudadanos quieren ser escuchados y esperan respuestas.

Otros ecuatorianos llegaron hasta la Plaza Grande para expresar su respaldo a las políticas del régimen actual.

Unos y otros tienen derecho a su opinión y a expresarla, y las autoridades de un país democrático deben escucharlos, no importa cuántos sean, ni en qué grupo haya más personas. Si se han movilizado y si quieren decir algo, será porque sienten que no son atendidos. A los gobernantes les corresponde oírlos con respeto, evaluar sus inquietudes y darles una respuesta.

Hasta el momento de escribir estas líneas, las marchas se han realizado en paz; si se mantienen la prudencia, el mutuo respeto y se actúa de acuerdo con los roles que el sistema democrático y el apego a las leyes y a los derechos humanos asigna a cada cual, hoy podría ser un día de prueba exitosa para la democracia. Esperamos que así sea. (O)