El viernes, el gobierno de Puerto Rico anunció que estaba a punto de no hacer el pago de los bonos. Dijo que por razones técnicas legales no se trataría de incumplimiento, pero eso es una distinción sin diferencia.

¿Entonces, Puerto Rico es la Grecia de Estados Unidos? No, no lo es, y es importante comprender por qué.

La crisis fiscal de Puerto Rico es, básicamente, un producto secundario de una depresión económica grave. El gobierno de la mancomunidad fue lento para ajustarse a la forma en la que empeoraban las cosas básicas, ocultando el problema con préstamos. Y ahora se ha topado con una pared.

¿Qué salió mal? Hubo una época en la que a la isla le iba bastante bien como centro manufacturero, reforzado, en parte, con una exención fiscal federal especial. Sin embargo, esa exención venció en el 2006 y, en cualquier caso, los cambios en la economía mundial han sido contraproducentes para Puerto Rico.

Hoy día, las manufacturas favorecen o a los países de salarios muy bajos o a las localidades cercanas a los mercados que pueden beneficiarse con las cortas cadenas logísticas para responder con rapidez a las condiciones cambiantes. Sin embargo, los salarios de Puerto Rico no son bajos, según estándares mundiales. Y que sea una isla resulta una desventaja en comparación no solo con Estados Unidos continental, sino con lugares como el norte de México, desde donde se pueden embarcar rápidamente las mercancías en camiones.

La situación, desafortunadamente, se exacerba debido a la Ley Jones, por la cual se demanda que el transporte para mover las mercancías de Puerto Rico y el continente sean embarcaciones estadounidenses, lo cual incrementa todavía más los costos correspondientes.

Puerto Rico, entonces, está en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Sin embargo, esta es la realidad: si bien la economía de la isla se ha deteriorado y la población sufre, no ha sido nada parecido a las catástrofes que vemos en Europa. Por ejemplo, el consumo per cápita ha caído 30 por ciento en Grecia, pero, de hecho, ha seguido aumentando en Puerto Rico. ¿Por qué se han silenciado las consecuencias humanas de los problemas económicos?

La respuesta principal es que Puerto Rico es parte de la unión fiscal de Estados Unidos. Cuando su economía se tambaleó, cayeron sus pagos a Washington, pero, de hecho, aumentó lo que recibió: Seguridad Social, Medicare, Medicaid y más. Así es que Puerto Rico, automáticamente, recibió ayuda a una escala más allá de cualquier cosa concebible en Europa.

¿Todo es bueno con el estatus de Puerto Rico como parte de Estados Unidos? En un informe reciente que encargó el gobierno de la mancomunidad, se argumenta que su economía quedó dañada por compartir el salario mínimo de Estados Unidos, lo cual aumenta los costos, así como por las prestaciones federales que alientan a los adultos a abandonar la fuerza de trabajo. En principio, estas quejas podrían ser correctas. En particular, hasta los economistas que apoyan un salario mínimo más alto en Estados Unidos, me incluyo, concuerdan, por lo general, que podría ser un problema si se establece demasiado alto en relación con la productividad; y la productividad puertorriqueña está muy por debajo de los niveles del continente.

Sin embargo, la evidencia de que los salarios mínimos o las prestaciones sociales son realmente un problema es, como se expresó en un minucioso estudio ya viejo: “sorprendentemente frágil”.

En forma notable, es probable que el bajo índice de participación en la fuerza laboral que tiene Puerto Rico tenga más que ver con la emigración que con el bienestar: cuando se agotan las oportunidades de empleo, los jóvenes sin discapacidad se mudan a cualquier parte, en tanto que se quedan los menos empleables. Se aprecia el mismo fenómeno en la región de los Apalaches, donde la desaparición de muchos trabajos en la minería carbonera ha inducido a que muchos trabajadores se vayan, en tanto que la población que se queda hace un uso intensivo de la red de seguridad social.

¿Y, de verdad, cuán terrible es eso? La red de seguridad está para proteger a las personas, no a los lugares. Si una economía regional se ha quedado estancada por las cambiantes mareas de la globalización, bueno, eso va a pasar de cuando en cuando. Lo que es importante es que los trabajadores puedan encontrar oportunidades en alguna parte, y quienes no puedan, por la razón que sea, aprovechen estas oportunidades de que se los proteja de los apuros extremos.

Claro que está el problema de mantener los servicios públicos para los que se quedan. En comparación con Europa, Estados Unidos se beneficia enormemente por tener un presupuesto nacional integrado, pero no lo está lo suficiente como para lidiar con impactos regionales verdaderamente grandes. Y Puerto Rico enfrenta cierto riesgo de una espiral de muerte en la que la emigración de los habitantes en edad de trabajar debilita la base tributaria para los que quedan, y el deterioro en los servicios públicos lleva a que haya mayor emigración.

Lo que esto nos dice, a su vez, es que hasta para una parte de Estados Unidos demasiada austeridad puede ser contraproducente. Por lo que sería una idea terrible, en particular, darles a los fondos de cobertura, que han recogido gran parte de la deuda de Puerto Rico lo que quieren, básicamente, destruir el sistema educativo de la isla en nombre de la responsabilidad fiscal.

En conjunto, la historia puertorriqueña es una de malos tiempos que se quedan bastante lejos del desastre absoluto. Y la gracia divina en esta situación es el gran gobierno; el sistema federal que proporciona la crucial red de seguridad para los ciudadanos estadounidenses en tiempos de necesidad, donde quiera que vivan.

© 2015 New York Times
News Service. (O)

Puerto Rico está en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Sin embargo, esta es la realidad: si bien la economía de la isla se ha deteriorado y la población sufre, no ha sido nada parecido a las catástrofes que vemos en Europa.