… y ojalá no nos dé pulmonía.
China está en los titulares de las páginas económicas por el colapso de la bolsa de Shanghái, lo cual trae recuerdos no tan lejanos del derrumbe de la bolsa de Nueva York en septiembre de 2008 y la descomunal recesión mundial que generó.
La situación es preocupante, pero el símil Shanghái-Nueva York no puede llevarse muy lejos. Shanghái es una bolsa bastante nueva, no bien regulada, en que las empresas públicas tienen una presencia predominante –solo PetroChina genera el 5,3% de las transacciones–, tiene una alta presencia de pequeños inversionistas de poca sofisticación en temas bursátiles, escasos nexos con la economía real, poca presencia de capitales extranjeros.
La preocupación parte de que la bolsa de Shanghái cae cuando la economía china se desacelera. Es cuesta arriba que se alcance la meta de crecimiento, modesta para China, de 7% el presente año. Incluso hay quienes piensan que este estimado está inflado.
Si la China tiene problemas de crecimiento y se sigue desacelerando, entre los impactos que nos afectarían están:
- Presión a la baja del precio del petróleo. La reciente caída del precio en parte es reacción al colapso de la bolsa de Shanghái. Hay presión bajista en otros productos primarios: cobre y oro, lo cual merma el atractivo de las minas ecuatorianas pendientes de desarrollo. Nuestro crecimiento, apuntalado en materias primas, sufriría.
- Dada la menor necesidad de materias primas, Pekín podría cambiar sus políticas de crédito e inversión en los países que las suministran, entre ellos, el Ecuador. El Gobierno cuenta con 4 mil millones de dólares de desembolsos de créditos chinos para el presente año; menos de la mitad de esa cifra llegó en los primeros siete meses. Ese monto es uno de los pilares del presupuesto de inversión pública.
Un reciente artículo del New York Times revela cómo el Ecuador es el país de América Latina más dependiente de la inversión china. Es algo positivo que el gobierno haya conseguido tanta inversión estatal y créditos chinos. Pero es deplorable que se haya creado un clima poco atractivo para la inversión privada de Europa o Estados Unidos. Dependemos excesivamente de las decisiones de un solo inversor.
El tercer posible impacto negativo es la desaceleración del crecimiento del consumo chino. En pocos años China pasó de exportador de camarón a gran cliente de camarón ecuatoriano. Tenemos expectativas de colocar banano. El crecimiento del Ecuador y muchos otros países depende mucho de la expansión del consumo de los 1.300 millones de chinos.
La caída de la bolsa de Shanghái, sumada a problemas de cartera de la banca estatal china ilustra que faltan las reformas institucionales para que China, como lo hizo Japón antes, pueda sumarse a la lista de naciones desarrolladas. El convencimiento de muchos de que China marcha imparable a ser la primera potencia mundial parte de extrapolar hacia adelante el enorme éxito de las últimas décadas. Pero el comportamiento del pasado no es buen predictor del futuro.
Por lo pronto, el Fondo Monetario pospuso la incorporación del renminbi al listado de monedas de reserva. (O)