Desearía que se hiciera un estudio, o una investigación periodística, sobre los presos en Guayaquil, la situación de los encarcelados.

Hice unas hojas plegables pequeñas para hacerlas circular y para intentar llevar unas palabras de aliento, alivio a los que están en prisiones ya sea por motivos de justicia o de injusticia. Existen presos por fallos equivocados, o que fueron víctimas de situaciones familiares desesperadas, de pobreza moral o social, o por alcoholismo de un padre o una madre que marcó de por vida la actitud de los hijos y estos no saben sino de violencia y desamor. Si no ha habido algo de esto en nuestra niñez, podemos dar gracias a Dios; él en sabiduría y amor los sabrá juzgar, pero eso no nos toca saber, sino rezar por ellos.

La situación de encarcelados es grave en el país. En Cuenca hay sobre 1.600 presos y unas 400 presas. Conozco de un hermano jesuita haciendo una gran labor entre las presas. No podemos quedar indolentes ante los que necesitan nuestra ayuda. Existen movimientos u organizaciones en 132 países que sirven a Dios en las cárceles; si se consigue que un preso se regenere y regrese sano a su familia, podemos dar gracias al cielo. El primer movimiento de este tipo nació en los Estados Unidos en 1976, cuando el senador democrático Charles Colson, brazo derecho de Nixon, fue acusado en el caso Watergate informático y condenado a 13 años de cárcel; ahí se convirtió y cuando salió vendió todo lo que tenía para ayudar a los detenidos en el mundo. Existen lugares donde las cárceles son inhumanas, pero Colson decía: “Con Jesús, la cárcel incluso la peor, se convierte en un lugar más humano”. Muchos necesitan de nuestra ayuda en alguna forma, como los encarcelados. (O)
Gastón Ramírez Salcedo,
Arquitecto, Cuenca