La cama evoca tantos recuerdos como recovecos pueda tener una existencia. Imposible describirlos. Para muestra unos botones. En la cama fallecieron dos hermanos y amigos íntimos en el 2015; ellos nacieron en una cama y en ella se hicieron niños, adolescentes y jóvenes. La cama con la madre que amamanta a su vástago es una de las escenas más tiernas que rubrican la continuidad de la vida y la fuerza del amor. Para personas que se aman la cama es un oasis buscado, refugio de sueños imposibles, principio y fin de ansias postergadas, remanso apacible y propicio para la gestación de nuevas existencias.

En la cama recuperamos nuestros sueños perdidos. Una siesta inyecta energías a una tarde de trabajo. La cama es también origen de proyectos, lugar de cavilaciones y decisiones, cofre de logros y decepciones. La industria mobiliaria es rica en formas, tamaños y colores de espacios que embellecen los secretos y formas de este lugar de reposo casero de cuerpos que necesitan descanso.

¿Tender una cama? Es mi suplicio. Lo he intentado sin resultados positivos. Las féminas tienen un sentido muy singular de la estética. Sus manos son obsecuentes ejecutoras del orden que reposa en sus cerebros. Cuando llego a mi departamento, sin mi compañera de ruta, duermo sobre lo tendido, me cobijo con lo que encuentro. Al despertarme borro parte de las arrugas de la sobrecama y... nada ha pasado. Ese... soy yo.

Se dice que ‘hacer la cama’ viene de tiempos muy remotos cuando se apilaba paja y con ella se preparaba un ‘colchón’ sobre que dormir; literalmente, todos los días se hacía una nueva cama porque había que exponer la paja usada al sol o darla al ganado; se prefería dormir siempre sobre paja fresca.

Estoy convencido de que ‘nos están haciendo la cama’. Es por esto que me permito alertar sobre algo que está sucediendo en nuestro país y que hasta ahora no le hemos dado toda la importancia que se merece. Fuerzas políticas, por demás conocidas, tienen trazado un plan, hábilmente concebido, para distraer nuestra atención con temas y actitudes, en apariencia, de gran valor. Lo que pretenden es crear cortinas de humo que nos impidan apreciar lo que realmente se hace o se pretende hacer. Un porcentaje mayoritario de ecuatorianos pide una consulta popular para dirimir en las urnas nuestras diferencias. Impedir la consulta es ‘hacerle al pueblo la cama’, es decir, ‘trabajar en secreto para perjudicarlo’. Poner en manos de la Asamblea aquello que es atributo del pueblo es ‘hacerle la cama’, engañarlo. El Gobierno, según él, amo y triunfador en todos los comicios electorales, hoy tiene pavor de una consulta popular; la impide, sin escrúpulos, con ‘su artillería’, pagada por todos los ecuatorianos.

Para impedir que ‘nos hagan la cama’ es menester mantenernos despiertos y en alerta permanente; oponernos, de labios afuera, a la violación grosera de nuestra Constitución; rechazar remedos de diálogo; obligar al debate público de aquellos temas que interesan al país, a través de los medios de comunicación social. Es preciso dormir con un ojo abierto. (O)